Antonio Galindo:

Por la sexualidad a la iluminación:

El sexo puede ser una forma de conocimiento personal y de experiencias transpersonales, que van más allá del plano físico y nos colocan en otra dimensión.
Los orientales, cuando se refieren al sexo, hablan de energía, de fuente de vida, y los místicos y místicas de Occidente, como Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz, vivían la espiritualidad como la unión con Dios, la experiencia de la Unidad, de la fusión. El retorno al paraíso. Porque el paraíso no está en el cielo sino en la tierra.


Empezamos hablando de mentiras, las mentiras del sexo (el título de su último libro), los mitos y tabúes que acaban generando conflictos, culpas, exigencias, traumas y hasta enfermedades físicas. Empezamos hablando del sexo como fuente de engaños y problemas y acabamos descubriendo el sexo como forma de crecimiento personal y hasta espiritual.

Iniciamos nuestro viaje desde la ignorancia del sexo y lo vimos convertirse en una pista hacia la sabiduría: una práctica de autoconocimiento y una experiencia mística de unión con lo universal.

Y es que el sexo, que mal entendido puede ser una de las grandes fuentes de traumas y problemas, bien utilizado da para mucho.

 

¿Qué hay de mentira en el sexo?

La mentira más grande de todas es el hecho de que vivimos una sexualidad que no es la nuestra, la de cada cual, sino que la hemos comprado de un modelo cultural; de las películas, de lo que nos han contado, de la pornografía, de lo que cualquiera puede decirte por internet... La sexualidad que se vive no es la elegida, la que queremos vivir, sino una sexualidad mediatizada.

 

¿Y cuál es ese modelo que vivimos, sin ser el nuestro?

Es un modelo basado en la familia, la reproducción, la monogamia/monoandria y la heterosexualidad. Ésas son las cuatro características básicas, con algunos matices. Todo lo que sale de este sistema suele considerarse no estadísticamente significativo, incluso amoral. Los comportamientos sexuales no mayoritarios se consideran desviados y eso es lo que acaba convirtiendo el sexo en un problema, no el sexo o los comportamientos en sí.

 

Vayamos por partes. La sexualidad ligada a la reproducción, ¿no está cambiando algo en esto?

Es cierto que es el concepto que más ha evolucionado. Cada vez más se vive el sexo por el placer en sí mismo, pero si profundizas ves que no está del todo superado, desde el momento en que se acaba recurriendo a la familia como forma de enmarcar este objetivo de reproducción.

 

¿Y el concepto de familia, no está superado?

Definitivamente, no. Hasta las familias monoparentales ya se definen primero como familia. Las parejas del mismo sexo que se unen, quieren ser familia. Un grupo humano que viven juntos, que no es familia, casi son sospechosos. De ahí, la culpabilidad que se genera por la comparación de lo que yo siento, lo que son mis opciones, con el modelo imperante. Por eso, todos los grupos que han surgido diferentes al final quieren homogeneizarse viviendo en familia.

 

¿Qué me dices de la sexualidad en la adolescencia? No está ligada a la familia ni, al menos de entrada, a la reproducción.

Cierto. Los adolescentes sufren más bien el modelo de la monogamia/monoandria. Se impone tener pareja, casi como una necesidad. Sufren la idealización del “2”. Nuestra cultura idealiza un modelo de relación de pareja y, si no es así, si no la tienen, sufren.

 

Porque se considera que algo debe ir mal en ti, ya que “todo el mundo” (una frase muy recurrida en la adolescencia) tiene pareja.

Efectivamente. Es una idea irracional que hace mucho daño porque se ha convertido en una necesidad. Hace poco, en una charla en un instituto, un chico me decía que sin pareja no puede aprender a ser una persona generosa, porque la manera de aprender a compartir es en pareja. Así que, si no la tienen, se sienten mutilados, incapacitados para crecer. Esta creencia es una necesidad creada y falsa, una exigencia poco racional y fuente de muchos conflictos. Y eso ocurre incluso en la adolescencia; pero aún se intensifica más cuando te haces mayor.

 

¿Y qué me dices de la heterosexualidad?

Tampoco está superada. Puede parecer que sí en las generaciones más jóvenes, pero al final ahí están las típicas bromas sobre los maricones.
 

Quizás entre las chicas adolescentes se admite más, se experimenta más…

Sí. En general, las chicas son más respetuosas, más tolerantes, más abiertas, también en las cuestiones sexuales. El otro día, en una entrevista, la periodista, una chica muy joven, fuera de micro me decía “¿tú sabes cuál es la mentira más gorda?: La heterosexualidad. Porque lo cierto es que todas las personas somos bisexuales”.

 

¿Y ésa es una verdad? ¿Todas las personas somos bisexuales?

Pues depende. Quien lo sea, lo será. No se trata de cambiar unas mentiras por otras. El hecho es que la sexualidad no es algo separado de la vida general, el sexo es algo integrado que está en todas las facetas de tu vida, y así como sea tu vida, tus valores, tus gustos, así será tu sexualidad personal. No existe una fórmula.

 

¿Qué es el sexo y qué no lo es?

Es sexo lo que uno siente que es sexo. Absolutamente subjetivo. Es una especie de dimensión donde uno se sumerge, y yo invito al descubrimiento de la propia dimensión personal. El sexo tiene que ver con la propia expansión y reducirlo sólo a lo genital es un error.

 

¿Existe la vida sin sexo?

Las personas que dicen no tener sexo, voluntariamente o por las circunstancias, son seres sexuales igualmente. En Oriente, el impulso sexual lo ven como energía y desde este punto de vista, todos somos seres sexuales. Yo reivindico una sexualidad integrada.

 

¿A qué te refieres?

Que hemos comprado la idea de la sexualidad como si estuviera metida en latas, y así la consumimos, y eso es precisamente lo que causa los problemas, sexuales y de todo tipo: el que vivimos la sexualidad como algo disgregado. A veces crees que tienes un problema sexual, pero todo está integrado.

 

¿Por ejemplo?

Cuando una persona viene a la consulta con el “problema” de que no sabe si es homosexual o no. En realidad su problema no es estrictamente sexual sino otro, quizás de desconexión consigo mismo, autoengaños, negación, escapismos… O cuando una mujer se queja de un problema de frigidez. Pero la frigidez no existe. Probablemente ha dejado de tener esa experiencia o nunca la ha tenido porque se cree que es mala. Muchas veces vienen a terapia sólo para que yo les dé permiso para experimentar con su cuerpo. Cuando esta misma persona accede a permitirse lo que quiere y siente, se relaja, y casi siempre se acaban los problemas.


 

O sea, que la sexualidad, superadas las mentiras, puede ser utilizada como una forma de conocimiento y de crecimiento personal.

Absolutamente. Por ejemplo, plantéate qué conducta sexual te molesta más del vecino y descubrirás tus propias creencias limitadoras. Todo lo que te molesta del otro tiene que ver contigo y si tiras del ovillo podrás ver hacia dónde te conduce. Investiga dónde pones tus límites y por qué, y aprenderás mucho sobre ti mismo.

 

¿En qué consiste la salud sexual?

En mantener una apertura a la experiencia. Permitirte sentir lo que quieres, con un respeto profundo por el otro ser humano y una percepción clara de los propios límites.

 

¿Y cuáles son esos límites?

Límites en el sentido de saber protegerse y cuidarse; por ejemplo, prevenir embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual, o saber qué quieres para ti y qué no y que en cualquier momento puedes cambiar de opinión o querer parar porque has dejado de sentirte bien y tienes todo el derecho. En este sentido, muchas chicas jóvenes no tienen una percepción clara de sus propios límites cuando creen que si han avanzado “demasiado” en la relación o en la aventura de una noche con un chico, se sienten obligadas a seguir adelante en el juego sexual aun cuando haya dejado de apetecerles, por lo que sea. Creen que “les han provocado” o que han llegado demasiado lejos y se sienten comprometidas a “terminar”. Y eso es un error. Cualquier persona debe saber que tiene todo el derecho a dejar de jugar cuando ha dejado de apetecerles. La salud sexual está estrechamente ligada con la libertad.

 

También libertad de opciones, tendencias…

Siempre que se respete a la otra persona. Por supuesto, no incluyo la pederastia. Ni la zoofilia, porque el animal no elige. Sin embargo, yo invito a una investigación personal sobre las propias tendencias y gustos. Por ejemplo, preferencias como la masturbación o las fantasías no tienen nada de malo siempre que no te impidan mantener una relación saludable y de respeto con la otra persona. Y lo mismo con el celibato. La determinación de no mantener relaciones sexuales es una opción como otra cualquiera, a no ser que descubras que en realidad las estás utilizando como forma de escapismo, de evitación de la conexión con el ser humano. Entonces tienes un problema que resolver. Pero no es sexual.

 

Aunque el título de su libro menciona las mentiras del sexo, usted propone una sexualidad integradora, fuente de crecimiento personal y hasta espiritual.

Es que si dejamos de vivir las mentiras del sexo vamos a encontrar en él una fuente, efectivamente, de conocimiento personal y de experiencias transpersonales, que van más allá del plano físico y nos colocan en otra dimensión, como muy saben los orientales; por eso, cuando se refieren al sexo, hablan de energía, una fuente de vida. Pero eso lo sabían muy bien también los místicos de Occidente, como Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz, quienes vivían la espiritualidad como la unión con Dios, la experiencia de la Unidad, de la fusión. El retorno al paraíso. Porque el paraíso no está en el cielo sino en la tierra.

 

Igual que los infiernos.

Efectivamente. Y el sexo, bien utilizado, es un camino hacia el Edén. Pero también puede llevarte a los infiernos, si te pierdes y vives un sexo lleno de mentiras, problemas, tensiones, traumas y conflictos.

 

Suena muy poro ortodoxo, desde el punto de vista cristiano.

Es que yo soy poco ortodoxo. Y tampoco soy un sexólogo ortodoxo, como ves. Pero yo veo el paraíso como una metáfora de un estado de Unidad, antes de la separación que puede considerarse la expulsión del Edén. Y el sexo puede devolverte al paraíso a través de esa experiencia de Unidad o “iluminación” budista. Pero antes hay que pasar por la disolución del yo individual. Y eso es exactamente lo que te propone el tantra.

 

Hablemos del tantra…

El tantra tiene dos dimensiones. En Occidente se lo ha utilizado como una forma de experiencia sexual que permite la excitación prolongada, como una forma de manejo de la energía de una forma creativa. Es una experiencia de relación que va más allá del propio intercambio con la persona y tiene un impacto universal. Y ésta es la parte que entronca con el tantra original, que consiste en el manejo de la energía, en pareja o sin ella, como forma de meditación, dirigido a la disolución del yo, la experiencia de la vacuidad o no existencia (tal como lo percibimos) de uno mismo y todo lo que le rodea. El tantra es una experiencia de disolución y fusión con el cosmos, una experiencia de Unidad a la que se puede llegar a través de la energía sexual. Por eso, el sexo puede ser experimentado también como un camino espiritual.

“Una sexualidad integrada y sana es una fuente de crecimiento personal y espiritual”. 


Algunas mentiras sobre sexo.

Nada es verdad o mentira, sino que depende…

-         Mentira nº 1: ¿Por qué lo llaman hacer el amor cuando se trata de hacer sexo?
Porque nuestra cultura vive de espaldas al placer y cree que, cambiándole el nombre, la tentación desaparece. Pero no funciona así.
El sexo en sí no es malo ni perjudicial, ni sucio ni bajo. Lo que es malo es no reconocer el deseo. Y lo perjudicial es el uso o falta de uso que pueda darle una persona en concreto.
Llamémosle amor cuando se trate de amor y sexo cuando se trate de sexo. Sin complejos.

-         Mentira nº 2: Cuando amas a alguien, no te gusta nadie más.
¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra? Hay personas a las que les ocurre esto y otras que, por el contrario, cuando se enamoran empiezan a percibir mucha más belleza a su alrededor, también en otras personas.
Los dos comportamientos son perfectamente normales siempre que no estés encubriendo algo más, como la falta de atracción por tu propia pareja –que puede manifestarse igualmente en rechazo sexual en general (no te gusta nadie) o en la atracción por otras personas.

-         Mentira nº 3: Cuando el amor se convierte en chantaje emocional.
El amor de verdad siempre respeta la libertad y la felicidad de la otra persona; nunca utiliza trampas ni estrategias para que la otra persona haga lo que tú quieres y, por amor, no entras en el juego si adviertes que la otra persona quiere usar trampas y estrategias para manipularte.
El amor cuida el amor.

-         Mentira nº 4: El sexo sin amor está vacío o es malo.
Una vez más, depende de la persona. Si ésa es tu opción, está bien; pero también está bien si no lo es. Siempre que haya respeto y sea un juego establecido entre personas adultas libre y voluntariamente, puede ser una experiencia completa en sí misma, fuente de conocimiento personal (o no) y espiritual (o no).

-         Mentira nº 5: La causa de la insatisfacción sexual es la falta de amor.
El amor no garantiza que seamos parejas sexuales estupendas, ni ser parejas sexuales estupendas implica o exige que amemos.
El amor es una alternativa más, que a veces coincide con el sexo y a veces no y quienes siempre viven el amor y el sexo como un binomio inseparable no deben olvidar que esa perspectiva es una más, pero no la única.

-         Mentira nº 6: El amor es cosa de dos.
Tres, mal rollo (alguien se quedará fuera) y cuatro o más, si no es una familia, puede tener connotaciones de orgía, y eso ya no se considera amor.
El amor, en realidad, es más bien cosa de uno, y ese uno que lo siente puede experimentarlo de manera exclusiva (en pareja) o no.
El sexo, por otra parte, es un juego de reglas libres, si lo deciden las personas adultas voluntariamente.
Lo importante es que cada cual juegue su propio juego y no por imposición de otra persona o grupos culturales.


 

-         Mentira nº 7: El amor es cosa de mujer y hombre.
La homosexualidad ya no suele ser considerada una enfermedad, un vicio o perversión. Pero aún se ve más como una tendencia puramente sexual, donde el amor no interviene.
Error. La homosexualidad puede experimentarse con amor o sin amor, exactamente igual que la heterosexualidad o la bisexualidad.

-         Mentira nº 8: El amor dura para toda la vida; si no, no es amor.
El amor dura lo que dura, exactamente igual que la atracción sexual, pero por vías diferentes.
Puedes sentir un profundo y sincero amor durante un corto tiempo, o largo. Y puede ser igualmente amor. E igualmente autoengaño. El que sea una cosa u otra (amor o autoengaño) depende de otros factores, no de su duración.

-         Mentira nº 9: Lo que da la felicidad es la perdurabilidad.
La felicidad la puede dar un instante, o no. Y se puede vivir una larga relación en una rutina mediocre muy lejos de la felicidad; aunque también se puede afianzar una relación con el paso del tiempo. Pero eso no depende tanto de la relación ni de la perdurabilidad como de los recursos personales de sus miembros, de su capacidad para convertir las dificultades en oportunidades, o bien quemarse y agotarse en cada conflicto.

En cuestiones de amor, como en otros ámbitos de la vida, cada cual ve lo que quiere ver. El problema está en suponer que todos vemos lo mismo (o que la otra persona debería ver lo mismo que yo) cuando usamos la palabra amor”.

 

El autor.

Antonio Galindo es psicólogo y pedagogo. Director de la empresa Asesores Emocionales, realiza consultorías y cursos de formación en empresas y a nivel privado. Autor de “Cómo sobrevivir en el aula” (Publicaciones ICCE), Inteligencia emocional para jóvenes (Pearson) y Kit básico de supervivencia emocional (Pearson).

 




El libro.

Las mentiras del sexo.

Ed. Kairós.

323 páginas.

 

 



Entrevista realizada por: Marié Morales.






Las mentiras del sexo.
Antonio Galindo.
Kairós.
Contradicciones, mentiras y sentimientos de culpa en relación con la vida sexual, que puede llegar a ser una fuente de traumas pero también un camino hacia el equilibrio y la liberación.

Nuevas formas de sexualidad.
Óscar Urbiola.
Editorial Psimática.
Las nuevas formas de sexualidad pueden ser una forma de autoconocimiento y de transcendencia que ya se cultivaba en la sexualidad sagrada.

Las virtudes del poliamor.
Yves-Alexandre Thalmann
Plataforma Editorial.
El amor exclusivo, por definición, no es amor. Puede ser un plan de vida compartido, pero eso es otra cosa con otro nombre. El amor sentimental puede expresarse en varias personas a la vez, de la misma manera que amas a varias amigas y amigos, hijas e hijos, etc.















 
Marié Morales
@crecejoven

En estas páginas nos proponemos investigar las causas del envejecimiento, que es como decir de la vida y el crecimiento, y a partir de ahí, establecer unas pautas que nos permitan vivir una vida más larga, sana, y en definitiva, feliz.  más >>








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