El abrazo de Plum Village.

 


Plum Village es una experiencia vital, personal y colectiva de atención plena y presencia:

Ya he llegado, estoy aquí y ahora.



Plum Village es un lugar (con lagos de nenúfares y lotos, ciruelos), un retiro (para la práctica de la Conciencia Plena), unas enseñanzas y prácticas (del maestro del llamado “budismo comprometido”) que Thich Nhat Hanh abre a cualquiera, budista o no. Simplemente es una oportunidad para la práctica, en la que nos incluye a todos.


 

Thich Nhat Hanh es un monje, poeta, pacifista, maestro zen, de origen vietnamita y de amplitud universal. Reconocido en su trabajo por la paz, trabajo social, poéticas enseñanzas, profundas y sencillas que llegan a cualquier persona, de cualquier edad, condición, cultura.
En su conjunto, Plum Village es una experiencia vital, personal y colectiva.


 

Plum Village dispone de diversos tipos de alojamiento. Me quedé en Hammeu du Haut -Upper Hamlet- (*) , llevado por monjes y donde hay familias (padres, madres, hijos), hombres, mujeres, parejas, adolescentes, niños de toda edad, incluyendo bebés. Planté la tienda en la parte señalada para mujeres, junto a la de familias. Llegué en viernes, justo antes de iniciar el retiro de verano. La tienda era la única en tal espacio, bajo un sol radiante y junto a un bosquecillo que parecía tener un camino. Enfrente, un templete con una campana.

 

Al llegar, el paisaje físico y humano era todo sencillez, rostros que sonreían, el movimiento pausado de los monjes. Estaban de preparativos, se movían y sonreían con naturalidad. Ya he llegado, estoy aquí y ahora.


 

Hay una glorieta, la Casa del Té, abierta, con termos de agua fría y caliente, para hacer infusiones. En ese espacio se encuentran las personas informalmente. Antes o después alguien pasa por ahí, se prepara una bebida, se sienta en un banquito de madera, intercambia una sonrisa, un saludo, un preguntar “qué tal, todo bien?”. En el comedor hay unos tablones para consultar, que anuncian todo: actividad-hora-donde.

 

El comedor es una sala grande, de amplios ventanales. Se establecen filas de platos, alimentación sana y vegetariana, para que nos sirvamos desayunos, almuerzos y cenas. Y bancos en fila para sentarse. O bien, sacar la comida afuera, bajo la sombra de árboles, o compartiendo en círculos, como en familia.

En silencio. Un tiempo en silencio. Y después un tiempo para compartir hablando, si se quiere.

 

Unos toques de campana y de cuenco, nos invitan a parar y respirar. El inicio y final de cada convocatoria: comer, meditar, reunirse, hablar. Parar, ser consciente del ruido interno/externo, del sentido de lo que estás haciendo o diciendo.

Respiras, te nutres, con atención, conscientemente.


 

Hay un piano en el comedor. Un piano que en este retiro sonó a través de las manos de algunos niños en los descansos; un adolescente que tocaba sus propias producciones recordaba a Wim Mertens. Mientras una niña de tres añitos se unía en una coreografía con toques contemporáneos. Los niños, en Plum Village, son un regalo.

 

En mi primera noche, un sapito decidió visitarme en mi tienda de campaña. Me brindó atravesar fases de reacción: sorpresa, intentar echarle, negociación – yo te ayudo a salir si es que no sabes, aquí no tengo agua ni moscas, estoy muy cansada, me duermo, tú sabrás lo que haces, mañana temprano si sigues aquí, ya veremos… Llegué a temer que se asfixiara dentro de la tienda de plástico, así que, por si quería salir, dormí con un trocito abierto… a la estrellada noche. Sonó mi despertador para ir a tomar té, lavarme, y acudir a la sala de meditación. 6am. Ya no estaba el sapo. Bien, estará vivo y en su hábitat. Tomó refugio en mi tienda, sentí como si me hubiera dado la bienvenida en nombre de los animalillos del lugar.


Precioso despertar y acudir en silencio a meditar.


La energía serena que impregna el lugar y la sala es el primer abrazo del día.


Cuando llegaron las otras personas al retiro, al día siguiente, asistí al bullicio de la sala de inscripciones y acompañé a algunas personas que iban llegando. Se configuran “familias”-por lengua, idioma común- para compartir el Dharma.

 

Compartir el Dharma es sencillo, basta con hablar desde la propia experiencia, de este momento concreto en este día, cómo nos sentimos, algo que hemos escuchado en la charla, vivido, caminado… Compartir nuestra “práctica”, nuestro “camino”, desde y en la conciencia, plena. Cada tarde hay un tiempo para compartir en grupo, con uno o dos monjes que “facilitan” o moderan la reunión.


En la práctica del compartir, se realiza un gesto de unir las manos antes de hablar, se expresa y se escucha con atención. Se prescinde de la necesidad de opinar sobre lo que el otro diga, o de aconsejar, compartiendo desde el respeto, hablando y escuchando desde el corazón. Es enriquecedor y nutriente.

SENTÍ QUE ESTABA AHÍ, QUE YA HABÍA LLEGADO.
 



Hacía tiempo quería conocer a Thay (Thich Nhat Hanh). Conocí su obra y la práctica, compartida en sangha. Estuve en otros retiros, incluído el de Altea (Alicante, España), también de esta línea de Conciencia Plena de Thich Nhat Hanh. Pero ahora era mi primera oportunidad para conocerle personalmente, sentir su presencia y la experiencia directa de Plum Village. Apareció Thay, reunidos en la gran sala de meditación. Sentí gran felicidad y mi corazón conmovido, una gran sonrisa con casi una lágrima. Siento que hay un espacio grande dentro de mí. Y me siento libre. Thay es grácil, emana sencillez, sabiduría, pasa entre los otros monjes y monjas y se sienta. Como un maestro ante unos alumnos. Habla bajito y despacio -hay traductores y auriculares- y escribe en una pizarra, con una preciosa letra, algunas cosas. Y sonríe. Se dirige a todos. A los niños primero.

En la primera enseñanza, se reunieron monjas y monjes para cantar el mantra de Avalokistesvara, Buda de la compasión. Precioso regalo. El abrazo de la compasión, conmovedor, (algunas personas lloran emocionadas) me ha dejado ese mantra y la expresión y emanación de monjes y monjas de Thay en todas las células. En cuerpo y mente. Plena. Plenitud. Plenamente.

 

Thich Nhat Hanh y todo cuanto ha ido creando, sus libros, sus enseñanzas, el aprendizaje del respeto y la compasión, del encuentro intergeneracional, la comunidad del inter-ser, encuentros entre seres de distintos y hasta enfrentados orígenes, su enseñanza de la paz y la felicidad como camino. Aquí y ahora.

 

Todo, es una continua nutrición de la CONCIENCIA PLENA y la COMPRENSIÓN, la COMPASIÓN.

 

Sin sufrimiento no hay práctica. Como sin lodo no hay flor de loto. Thay enseña simples y profundas claves para abrazar el sufrimiento como a un bebé, reconocer las semillas y lo que las alimenta, como las de la felicidad. Reconocer y curar, conscientes del sufrimiento, de qué nos nutrimos para sentir la felicidad.


Se practica en las condiciones de la cotidianidad: comer, aseo, lavar los platos, fregar los baños (lo que se conoce como el “work meditation”), con paciencia y respeto al convivir, en el compartir el dhama, en todo. En paz.

Trabaja algo muy potente en cada meditación caminando: el amor a la tierra. Y también en la Ceremonia para los Ancestros. Y en la ceremonia de los Cinco Entrenamientos. Son rituales sobrios y con enseñanzas importantes. Se movilizan cosas a nivel consciente, con el corazón abierto y la atención plena.

Lugar, personas, energía, funcionamiento, dan esa oportunidad: conciencia plena, abrazo vital.

 

Una mañana, saliendo de la sala de meditación, caminaba sola, respirando, conscientemente, escuché el sonido de otras pisadas sobre los guijarros, firmeza y suavidad, pensé. Al llegar a mi tienda, los pasos seguían ahí, me giré y era Thay, con un acompañante, dirigiéndose al caminito del bosque junto a mi tienda. Nos miramos, sonreímos, hicimos el gesto de unir las manos saludando. Una cálida luz en sus ojos y una sonrisa, tan natural como la de un niño, y un sabio anciano. Sentir la persona y el maestro, lo creado, Thay, un gran regalo.

Grateful Thay, sangha, Plum Village.

 

Texto y fotos: Carme Montore.

 

(*) Hay otros alojamientos en habitaciones, y en los otros hammeau los que llevan las monjas.

Todos tenemos la oportunidad de visitarlos, pues las enseñanzas de Thay se reparten distintos días en distintos lugares.







Gran mente. Gran corazón.
Dennis Genpo Merzel.
La liebre de marzo.
Un método que te ayuda a dar voz a esas partes de ti que te gustan, las que no te gustan tanto y aquéllas (más transcendentes) que ni siquiera sabes que existen. Para aprender a vivir como un ser humano maduro e integrado.

Llamadme por mis verdaderos nombres.
Thich Nhat Hanh.
Ediciones La Lllave.
Thich Nhat Hanh nos ofrece su corazón en verso, la interdependencia y todo lo que se manifiesta como parte del mismo Yo. Sus poemas son a la vez una fuente de belleza y sabiduría, de profundidad y sencillez, de inspiración y paz.

La despensa de Hipócrates.
Antonio Palomar.
Editorial Txalaparta.
Que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento”, es el aforismo que Hipócrates nos legó hace 2400 años. Incluir alimentos sanos y renunciar a otros insanos no es tan difícil. ¡Saber es poder!.















 
Marié Morales
@crecejoven

En estas páginas nos proponemos investigar las causas del envejecimiento, que es como decir de la vida y el crecimiento, y a partir de ahí, establecer unas pautas que nos permitan vivir una vida más larga, sana, y en definitiva, feliz.  más >>








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