¿Por qué cansarse?
Porque lo que cansa de verdad es no cansarse. Lo que agota, lo que roba la energía, que es como decir robar la vida, es la vida sedentaria.
El sistema cardiovascular: O lo usas o lo pierdes.
El cuerpo humano (como el de cualquier otro animal) está diseñado para moverse, y si no cumple su función se va a ir atrofiando lentamente, y esto vale para todos los músculos de nuestro cuerpo.
Nuestro corazón y nuestras venas y arterias también son músculos.
Al igual que nuestro vientre y nuestras nalgas, o los tríceps de nuestro brazos -todos los músculos más visibles de nuestro cuerpo-, se vuelven blandos y fofos si no los usamos, a nuestro sistema cardiovascular le ocurre lo mismo: se vuelve débil, lento, y se encoge.
Con el ejercicio físico el corazón responde bombeando más sangre, el sistema circulatorio se activa, pasa más sangre por las venas y arterias y éstas se fortalecen.
Nuestro cuerpo contiene millones de conductos sanguíneos -formados por pequeños músculos- que se ocupan de empujar y llevar los nutrientes necesarios a cada célula de cada órgano y tejidos en nuestro cuerpo (las arterias), y de limpiar y eliminar los desperdicios producto del metabolismo celular (las venas). Recordemos que son trillones de células cumpliendo su función y generando desechos sin tregua ni descanso. Si estas autopistas de venas y arterias no están fuertes, sólidas y limpias, los nutrientes necesarios no llegarán a alimentar los órganos y tejidos de nuestro cuerpo, ni los desechos serán limpiados y eliminados propiamente, provocando una acumulación excesiva de toxinas en nuestro cuerpo de graves consecuencias.
Cada célula de nuestro cuerpo está dependiendo del buen funcionamiento de nuestro sistema cardiovascular, y el ejercicio físico le es imprescindible para mantenerse sano.
Dicho esto, queda claro que los efectos positivos del ejercicio físico sobre el sistema cardiovascular repercuten sobre la salud de todo nuestro organismo en general.
Mens sana in corpore sano
Unas arterias débiles y perezosas, que arrastran colesterol y grupúsculos de sangre espesa, no pueden transportar en buenas condiciones el oxígeno y los nutrientes necesarios a ninguna parte, y tampoco a las células del cerebro. Igualmente, uns venas en malas condiciones no están capacitadas para extraer debidamente el dióxido de carbono y otros desechos producidos por el metabolismo celular. Las células cerebrales, debilitadas, no pueden generar las señales eléctricas con la rapidez debida, dando lugar a síntomas de senilidad y pérdida de memoria, lentitud para pensar, pérdida de reflejos mentales, etc.
El ejercicio físico optimiza la oxigenación y nutrición celular, con lo que se produce una mejoría de la memoria, la concentración, la capacidad de procesar el pensamiento y de las habilidades mentales en general .
Mejores reflejos.
No es difícil detectar que si pasas un día activo y en movimiento tus reflejos físicos van a responder mejor que si te has pasado horas con el cuerpo quieto frente al televisor (el televisor atonta tu parte mental, eso es otra historia; pero la paralización física entorpece tu movimiento físico. Terrible combinación).
El ejercicio aeróbico, muy especialmente, agiliza tus respuestas físicas y evita esa torpeza que se considera "propia" del envejecimiento, cuando es propia de la vida sedentaria.
El ejercicio aeróbicoo funciona como un gran tónico para el sistema nervioso en general.
Huesos más fuertes.
Una persona confinada en cama por enfermedad puede perder un 4% de su masa ósea en un mes.
Los huesos están constituídos básicamente por calcio. Y como la naturaleza es sabia, éstos responden ante cualquier tipo de peso absorbiendo más calcio de la sangre para fortalecerse.
La inactividad física produce la osteoporosis, que consiste en la pérdida de calcio o masa ósea, que hace que los huesos se debiliten y se fracturen con facilidad.
El ejercicio físico y, muy en especial, el levantamiento de pesas, favorecen unos huesos fuertes y sanos.
Menos insulina y más movimiento.
El ejercicio físico mejora la eficiencia de nuestro organismo en la utilización de los carbohidratos; de esta manera, se favorece el control del azúcar en la sangre y la insulina funciona mucho más eficientemente.
El ejercicio, pues, ayuda a controlar la diabetes y la hypoglucemia, y dismuniye las necesidades de insulina en las personas que lo requieren.
A menos peso, más agilidad.
El peso no es una mera cuestión de estética (en diferentes culturas y en diferentes épocas "la gordura es bella"). Pero sí puede ser una cuestión de salud.
A mayor peso, los huesos se castigan más, lo cual puede ser un problema añadido para quien sufre osteoporosis, problemas en los pies o en las rodillas, desviación de la columna, etc. Por otra parte, el exceso de grasa depositado en los tejidos (la gordura), suele ir relacionado con el exceso de grasa acumulado en el interior de las venas (colesterol).
Pues bien, si el exceso de peso te provoca problemas de salud, siempre tienes la opción de reducirlo con una alimentación apropiada y un plan apropiado de ejercicios físicos.
El beneficio añadido del ejercicio es que no sólo quema la grasa y el exceso de calorías mientras te estás moviendo, sino que activa el termostato metabólico haciendo que continúes quemando calorías durante 15 horas o más después de haber acabado tu entrenamiento.
Mayor producción de antioxidantes.
Aquí nos podemos encontrar una contradicción aparente. Dado que el metabolismo celular y el consumo de energía produce un aumento de radicales libres, es sensato plantearse que el ejercicio físico, con todo el consumo de energía que produce, nos va a dejar nuestro organismo plagado de radicales libres, el enemigo mortal de las células y de nuestra salud.
Pues bien: no es así. ¿Por qué? Porque simultáneamente a la producción de radicales libres, el organismo fortalece su sistema de protección natural fabricando una mayor cantidad de enzimas antioxidantes. Una vez finalizado el entrenamiento físico, las enzimas antioxidantes permanecen mejorando así su capacidad de protección de nuestro organismo a medio y a largo plazo.
Activa la química de la juventud.
La denominada hormona del crecimiento se utiliza como un carísimo tratamiento de belleza en las clínicas de estética, para frenar el proceso físico del envejecimiento y recuperar una apariencia más joven y atractiva.
Pues resulta que esta hormona la fabrica gratuitamente la glándula pineal, y se da el hecho que el ejercicio físico activa la producción de esta hormona y, además, de otros agentes químicos producidos por nuestro organismo para esta misma función, como es el caso del aminoácido L-glutamina. Sin cargo alguno.
La L-glutamina ejerce una función importante en el sistema inmunológico, así que a mayores niveles de este aminoácido en la sangre, mayor inmunidad a las infecciones y enfermedades en general, lo que supone una vida más sana y más larga.
este aminoácido es manufacturado en los músculos, así que a mayor masa muscular, mayor producción de L-glutamina.
Para el desarrollo de la masa muscular, no hay nada mejor como un buen programa de ejercicios de levantamiento de peso.
Defender la alegría.
¿Quién no conoce la sensación de pereza (alguna vez, o acaso muchas) antes de salir hacia el gimnasio, o mientras se ata las zapatillas deportivas para echar a correr? ¿Y qué decir de la extraordinaria sensación de vitalidad de vuelta a casa? ¿Quién no se ha preguntado más de una vez cómo es posible que el cansancio que sentía antes del ejercicio físico haya desaparecido, como si se hubieran cargado las baterías o acabara de despertarse de un sueño reparador, dejando en su lugar una gran alegría y vitalidad?
La respuesta está en que el ejercicio hace que las células sinteticen endorfinas, una sustancia natural similar a la morfina, que reduce el dolor, estimula, y produce una gran sensación de placer.
Un bajo nivel de endorfinas provocan, entre otras cosas, la depresión y el insomnio. Por el contrario, un alto nivel de endorfinas (que produce natural y espontáneamente el ejercicio físico) elimina los sentimientos depresivos y la ansiedad, produce una sensación de bienestar y eleva la autoestima.
Vemos, pues, que no es sólo una cuestión psicológica, la satisfacción de ver en el espejo un cuerpo mejor formado, suelto y ágil, y más joven, lo que produce una sensación de seguridad y autoestima, sino que existe también una explicación química y natural.
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