¿Por qué reducir el consumo de calorías?
Numerosos estudios coinciden en que una simple restricción en la cantidad de calorías que consumimos puede significar grandes beneficios para nuestra salud. La explicación se remonta una vez más al origen de los radicales libres y sus fatales efectos sobre nuestro organismo.
Los radicales libres, que dañan los tejidos de nuestro cuerpo, son producidos mayormente por los desechos de los alimentos que comemos (las calorías) en el proceso de convertirse en energía.
El término calorías deriva etimológicamente del latín, calor. Cuando ingerimos calorías, nuestro organismo las quema para producir energía y despide calor, creando radicales libres en el proceso. Cuantas más calorías ingerimos, más radicales libres producimos.
Es así de simple: cuantas menos calorías consumimos, menos radicales libres creamos.
¿Significa esto que deberíamos ingerir menos alimentos? No necesariamente. Lo único que tenemos que hacer es comer menos alimentos de alto contenido calórico, como por ejemplo, todos los productos ricos en grasa y azúcar.
Podemos comer todo lo que queramos manteniendo nuestro nivel calórico bajo si consumimos alimentos ricos en carbohidratos no refinados y fibra, al mismo tiempo que evitamos las grasas animales, los azúcares refinados y los hidratos de carbono refinados.
¿Cómo eliminar el exceso de calorías?
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Utiliza las especias en la cocina. Tendemos a comer menos cuando los alimentos son un poco picantes.
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Corta trozos de vegetales en la ensalada en vez de ponerlos rallados o en finas rodajas. Masticar trozos grandes de apio, zanahoria, lechuga, tomate, brócoli, etc. lleva más tiempo y esfuerzo, lo que hace que ingiramos menos cantidad de comida.
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Lo mismo en las sopas. Las sopas con tropezones de vegetales te hace comer una quinta parte de lo que comerías cuando se trata de un puré, sopa de caldo o consomé.
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Bebe agua antes de comer. Se supone que al llenar un poco el estómago tendrás menos hambre, pero sobre todo prepara el estómago y, al mezclarse con los jugos digestivos, te permite digerir mejor y te llena haciéndote desear menos comida.
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Utiliza un espray para el aceite, tanto para freír como para aliñar la ensalada. Cuando lo echas directamente de la botella utilizas unas seis veces más cantidad de aceite. De esta manera ahorrarás dinero y calorías. (En cualquier caso, ten en cuenta que el aceite en crudo, especialmente si se trata de aceite de oliva, canola o de linaza, está en la lista de los aceites beneficiosos para tu organismo -siempre con moderación).
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Toma una taza de té verde o de jazmines antes de salir a hacer ejercicio. La cafeína libera los ácidos grasos de los músculos, y así puedes quemar la grasa más rápidamente. El café también vale, pero tiene otros muchos efectos secundarios no tan buenos para la salud, mientras que los flavonoides del té te aportan otros beneficios. Si tienes la tensión alta, no te pases con la cafeína.
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Mejor el agua que el zumo o las sodas para comer. Pero si te gustan los zumos, reduce la cantidad a la mitad y mézclalo con agua o agua con gas. Así reduces parte de las calorías de los zumos preparados, que no son pocas. Sustituirlo por un poco de vino no está mal, pero el problema del alcohol es que da más ganas de comer.
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Llévate una ensalada al trabajo y evita la costumbre de comer en restaurantes. Algunos estudios consideran que se puede ingerir hasta 300 calorías más cuando se come en restaurantes.
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Estudia las etiquetas de los productos a fondo. Mira el contenido en calorías y grasas, además de otros nutrientes. Pero fíjate en que a veces el contenido de la tabla se refiere a una porción, y la bolsa o el paquete, aunque pequeño, puede contener dos o más porciones.
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Pesa los espagueti o cualquier otra pasta antes de cocinarla. La tendencia general es a poner demasiada pasta en la olla, y luego comemos más de lo que necesitamos.
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Saborea tus dulces preferidos en vez de engullirlos. Cuando coges un puñado de esas galletas o chocolates que tanto te gustan, párate un momento antes de empezar a comer la primera pieza, huélela, muerde sólo un poco y saborea cómo se deshace en tu boca, espera otra vez, huele, saborea. Podría ser que después de la primera galleta ya te hayas satisfecho y puedas guardar el resto para otro momento.
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Gánate las calorías. Si te quieres regalar un capricho, primero gánatelo. Salta a la comba unos minutos (o salta sin comba), haz unas flexiones en el suelo o unos abdominales. Así evitas la inercia de comer por comer, de dejarte llevar por el capricho. Primero te sacas de encima las calorías que te vas a meter, y a lo mejor hasta se te quitan las ganas de darte otro capricho la próxima vez.
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Busca sustitutos a tus caprichos no deseados. Si tienes la inercia de comer galletas, cámbialas un día por trozos de zanahoria o de apio. ve cambiando. Pero asegúrate que los sustitutos son sanos y bajos en calorías.
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Compra porciones pequeñas de las cosas. Las bolsas o las cajas más grandes te mantienen comiendo hasta que se acaban. Compra pequeño.
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Compra productos sin grasa: leche desnatada, yogurts sin grasa, margarinas y mantequillas, quesos y embutidos bajos en grasa. Hay muchos productos en versión no grasa.
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Come sólo hasta el 80 por ciento de tu capacidad. Necesitas al menos 20 minutos para que tu cerebro detecte que te has llenado. Párate antes y date un pequeño descanso; en unos minutos te darás cuenta de que ya no necesitas comer más. Comer más de tu capacidad en sancha tu estómago haciendo que la próxima vez necesites más comida para saciarte. Y así sucesivamente.
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Distribuye notas que te recuerden tu objetivo de bajar calorías y colócalas cerca de los lugares más tentadores, como la nevera, el armario o la despensa donde guardas los dulces.
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Busca inspiración. Piensa en alguien que admiras, físicamente o por su manera de afrontar las cosas, búscate un modelo que te inspire. Una imagen tuya más delgada, un traje precioso para el que tienes que adelgazar. O el convencimiento de que una vida sana actual es una inversión en un futuro más largo y más sano.
Texto: Marié Morales.
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Vegano.
Mathew Pryderi Pritchard.
Editorial Blume.
El autor, atleta de resistencia que ha superado récords mundiales, atribuye gran parte de su éxito a su cambio de dieta y al hecho de convertirse en cien por cien vegano.
Alimentación prebiótica.
Xavi Cañellas, Jesús Sanchís, Xavier Aguado, Lucía Redondo.
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Para mantener una microbiótica intestinal saludable hemos de evitar en lo posible los productos industriales y sustituirlos por alimentos de verdad: hortalizas, frutas, tubérculos, frutos secos…
Kéfir, kombucha y otras bebidas probióticas.
VV.AA.
Editorial Blume.
Los seres humanos han venido practicando la fermentación desde hace más tiempo que la escritura, la alfarería o la agricultura. 40 recetas para aprender a fermentar y preparar bebidas probióticas en tu cocina.
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