Los intestinos:

Un segundo corazón, un segundo cerebro.

Si estás feliz o triste, cansada o deprimida, tus intestinos lo saben. Quizás incluso antes que tú. Si tu mente está llena de preocupaciones o expectativas, o descansa en una relajada calma, tus intestinos lo saben. Y si tu vida está demasiado ocupada para ser consciente de lo que está pasando dentro, simplemente préstale atención a tus intestinos.


¿Cómo está tu vientre? ¿Plano, vacío y limpio? Buenas señales. ¿Quizás hinchado, lleno de aire, gas o residuos fermentados, pesado, bloqueado o excesivamente suelto? Toma nota: tu mente-corazón-intestinos no está digiriendo bien. Toma nota y observa, no todo está en orden.

 

Relájate y disfruta.

La primera sugerencia que quienes saben de esto van a hacerte siempre, ante un desequilibrio gastrointestinal, es que busques medios de relajación y descanso, unido al ejercicio físico y a la ingestión de mucha agua.

¿Duermes suficiente? Regálate unas horas extras para el sueño, o al menos para el descanso

  • Haz respiraciones profundas, abdominales, que aportan oxígeno al organismo, al mismo tiempo que suponen un suave masaje intestinal, por la presión de los pulmones y el diafragma.
  • Intenta meditar por unos minutos (en una posición relajada pero despierta, observa tu respiración y tus pensamientos que llegan y se van, sin aferrarte a ellos).
  • Sal a pasear por algún parque, cerca del mar o la montaña, si tienes acceso. Evita los sitios llenos de ruido y aire contaminado. Coge la bici, salta a la comba o sal a correr por unos minutos. Nadar es también una magnífica opción, entre otras cosas, por los estiramientos en la zona del vientre y cintura.
  • Y bebe mucha agua, a ser posible purificada.

Lamentablemente, las sugerencias respecto a la relajación muchas veces nos parecen demasiado difíciles y que, paradójicamente, requieren demasiada energía por nuestra parte, ya que significa una toma de responsabilidad respecto a nuestra propia vida y nuestra propia salud, y en muchas ocasiones, tomas de decisiones y cambios. La propuesta de la relajación, muchas veces conlleva demasiado estrés en el paciente, con una vida demasiado ocupada para ponerse a parar relojes. (Es por ese motivo por el que la medicina alopática tiene un éxito relativo, porque ofrece propuestas desde fuera, el alivio de los síntomas molestos sin que la persona que los sufre tenga que adoptar más responsabilidad que la ingestión de remedios).

En cualquier caso, si bien nuestro organismo está diseñado para funcionar sin problemas en las condiciones óptimas (calma, tranquilidad, fluidez y armonía) también es cierto que no deja de ser materia y que se regenera en base a la materia que le proporcionamos, a través de la alimentación (somos lo que comemos). Es lógico, pues, que una alimentación inadecuada altere nuestro organismo, y muy en especial nuestro sistema gastrointestinal.

¿Qué hacer, pues, cuando nuestros intestinos están alterados, nuestras heces duras o excesivamente sueltas y malolientes, el colon irritado como si sufriéramos infecciones internas o excesivos residuos fermentados o depositados entre los pliegues, sin el arrastre necesario, o con excesivos espasmos y retortijones?

Fuera grasas, estimulantes y bebidas gaseosas.

La idea fundamental es evitar alimentos que sobreestimulan el colon, e ingerir aquéllos que lo suavizan y lo regulan. Para ello, la mejor forma es evitar alimentos grasos (el más poderoso estimulante del tracto intestinal), tomar fibra soluble (que deja escasos residuos), eliminar el café, las bebidas gaseosas y el alcohol, y evitar las comidas abundantes. Asimismo, hay que tener cuidado con la ingestión de la fibra insoluble (que produce gran cantidad de residuos). Por último, no fumar es siempre recomendado en todos los campos de la salud, pero muy especialmente cuando se trata de alteraciones intestinales, porque produce importantes efectos irritantes en el tracto digestivo.


Los alimentos más difíciles de digerir por nuestro organismo son las grasas, la carne y los lácteos.

El mito de que es necesario consumir productos lácteos para asegurar un aporte de calcio y prevenir la osteoporosis ya no se sostiene, desde que se demostró que una dieta alta en productos lácteos en realidad aumenta el riesgo de fractura ósea. El sulfato que se desprende de los aminoácidos de la proteína animal produce unas condiciones ácidas en el organismo, debido a la formación de ácido úrico y otros residuos metabólicos. Para contrarrestar esta situación el cuerpo extrae minerales alcalinos de los huesos, tales como el calcio y el magnesio. Estos minerales son excretados posteriormente a través de la orina. Éste es el motivo por el que el consumo diario de productos lácteos hace que nuestros huesos sufran una pérdida de calcio.


Otros alimentos que hay que evitar.

  • La yema del huevo.
  • Fritos.
  • Leche de coco.
  • Aceite, mantequilla, margarina.
  • Chocolate sólido (por su alto contenido en grasa; el chocolate en polvo sin grasa es aceptable).
  • Café, con cafeína o descafeinado.
  • Alcohol.
  • Bebidas con gas y sodas en general.
  • Endulzantes artificiales.
  • Bebidas frías.



Alimentos que se pueden tomar con precaución.

Las fibras insolubles, aunque recomendables e incluso imprescindibles para la salud en general, pueden producir irritación abdominal cuando las condiciones no son buenas. El problema, cuando existe una excesiva sensibilidad abdominal, consiste en el exceso de residuos que deja la fibra.

Una buena táctica para conocer las fibras insolubles es su dificultad para machacarlas. Las espinacas, los pimientos o el apio son más difíciles de machacar que la patata o el boniato. Aunque los dos tipos de alimentos son ricos en fibra, mientras las primeras son insolubles las segundas son solubles y fácilmente digestibles.

Por ese motivo, la fibra insoluble nunca se debe tomar sola o con el estómago vacío.

Como recomendaciones generales valga decir que cocinarlos hasta bien tiernos facilita la digestión y, por encima de todo, que hay que buscar productos de cultivo biológico, ya que los pesticidas y otros productos químicos pueden tener serios adversos efectos en la salud. Valgan estas recomendaciones para los siguientes alimentos ricos en fibra insoluble:

  • Frutas, vegetales crudos, brotes y semillas, especialmente frutas y vegetales de piel resistente como las cerezas, arándanos, manzanas, uvas, guisantes, maíz, pimientos, apio, etc. Es recomendable pelarlos o bien cocinarlos hasta que estén tiernos y sean de más fácil digestión.
  • Frutas ácidas: naranjas, limones, pomelos, tomates.
  • Ajo, cebolla, brócoli, col, coliflor y coles de Bruselas, espinacas, acelgas, etc. Tomarlas bien cocinadas o en puré.
  • Legumbres (lentejas, judías secas, garbanzos). Mejor, trituradas o muy cocinadas. Cocínalas con clavo, laurel o/y comino para rebajar sus efectos flatulentos. Acompáñalas con yogur, al estilo tradicional de la India. Nuestras abuelas solían poner en las lentejas un poco de vinagre (mejor que sea natural, sin químicos), que aparentemente también rebaja la flatulencia.
  • Pan integral y cereales integrales, con moderación y nunca con el estómago vacío.
  • Frutos secos; precaución por su alto contenido graso (aunque sea buena) y fibra insoluble.
  • Los zumos de fruta, especialmente de manzana, ciruela y uva deben ser evitados con el estómago vacío, especialmente si se sufre diarrea o dolores espasmódicos. En este caso hay que evitar cualquier alimento de propiedades laxantes, como los higos, las semillas de linaza, el ruibarbo, etc.
  • Evita las conservas.
  • Evita los alimentos que no estén muy frescos, si los ves estropeados o un poco pasados.



Qué comer y cómo.

  • Fibra soluble, como el arroz, patatas, boniatos, soja, trigo, centeno, pasta... Empezar siempre una comida con alimentos ricos en fibra soluble.
  • Mucha gente tiene problemas con la digestión del gluten contenido en el trigo. En ese caso, sustituye los espagueti o macarrones de trigo por pasta de arroz, kamul, spelt, alcachofa o cualquier otra variedad.
  • Mastica bien, con la boca cerrada, y tómate tu tiempo. Recuerda que la digestión empieza en la boca; cuando más fácil se lo des hecho al tracto digestivo mejor.
  • Come poca cantidad y con frecuencia.
  • Evita bebidas frías.
  • Fuera chicles: mascar te hace tragar demasiado aire.
  • Bebe abundante agua a lo largo del día, pero no con las comidas porque dificulta la digestión.
  • Toma las ensaladas de segundo plato o al final de la comida (al estilo francés), no con el estómago vacío.
  • Pela las frutas y vegetales antes de comerlas, córtalas en trozos pequeños, tritúralas o cocínalas. Los frutos secos son más tolerables si se pasan por el molinillo.
  • Come sólo la clara del huevo.
  • Rebaja el contenido de aceite, y sobre todo de grasas animales en las comidas.
  • Toma leche de soja, de arroz o de almendra en vez de la leche de vaca. Lo mismo para los quesos, yogur y lácteos en general.
  • Toma yogur con acidófilus, o bio, que ayudan a normalizar la flora intestinos.
  • Especias digestivas como la canela, el gengibre, laurel, clavo, comino...
  • Té de menta, manzanilla, gengibre... digestivos y no estimulantes.
  • Toma suplementos vitamínicos (vitamina C, B, E, K) y minerales. El calcio (no más de 1.500 mgs) ayuda a regular las contracciones musculares -pero cuidado con el exceso, porque el calcio puede bloquear la absorción de hierro en la sangre y producir anemia.
  • Aloe vera, ce cultivo biológico y sin aditivos químicos.



Otras estrategias.

  • Camina o muévete un poco después de cada comida, evita las siestas o sentarte delante del televisor.
  • Realiza alguna actividad física cada día, al menos entre 30 y 60 minutos.
  • Siéntate en cuclillas un rato de vez en cuando.
  • Tiempo para la relajación por medio del yoga, meditación, taichí, masajes, escuchar música, lecturas inspiradoras, paseos...
  • Hazte masajes abdominales; suaves, si te duele.
  • Yuki (o reiki): pon la mano sobre tu vientre y observa el paso de energía/calor a tus intestinos, mientras respira, tumbada boca arriba, y el vientre sube y baja).
  • Duerme lo suficiente.
  • Si vas a pasar mucho tiempo en la calle, lleva agua y aperitivos de fibra soluble, como galletas sin grasa, crákers, arroz, patata al horno o boniato, etc. Asegúrate de que tu tracto digestivo esté siempre relajado y tu organismo lleno de energía -eso significa comer a menudo lo que te sienta bien, para evitar ataques de acidez en el estómago vacío o pesadez de estómago.



Texto: Marié Morales.

 




Vegano.
Mathew Pryderi Pritchard.
Editorial Blume.
El autor, atleta de resistencia que ha superado récords mundiales, atribuye gran parte de su éxito a su cambio de dieta y al hecho de convertirse en cien por cien vegano.

Alimentación prebiótica.
Xavi Cañellas, Jesús Sanchís, Xavier Aguado, Lucía Redondo.
Editorial Plataforma.
Para mantener una microbiótica intestinal saludable hemos de evitar en lo posible los productos industriales y sustituirlos por alimentos de verdad: hortalizas, frutas, tubérculos, frutos secos…

Kéfir, kombucha y otras bebidas probióticas.
VV.AA.
Editorial Blume.
Los seres humanos han venido practicando la fermentación desde hace más tiempo que la escritura, la alfarería o la agricultura. 40 recetas para aprender a fermentar y preparar bebidas probióticas en tu cocina.















 
Marié Morales
@crecejoven

En estas páginas nos proponemos investigar las causas del envejecimiento, que es como decir de la vida y el crecimiento, y a partir de ahí, establecer unas pautas que nos permitan vivir una vida más larga, sana, y en definitiva, feliz.  más >>








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