Nuestros mejores aliados para frenar el deterioro causado por los radicales libres, éstos son los antioxidantes. Los hay de dos tipos: las enzimas antioxidantes que pueden ser sintetizadas o manufacturadas por nuestro propio organismo, y los nutrientes antioxidantes procedentes de nuestra alimentación.
¿Cómo combaten los antioxidantes a los radicales libres?
Los antioxidantes actúan con una generosidad encomiable. Buscan a los radicales libres enloquecidos por la falta de un electrón de la pareja y voluntariamente donan los suyos para apaciguarlos. Como ya sabemos, el encuentro con su pareja estabiliza al átomo o fragmento molecular que, automáticamente, deja de ser un radical libre para regresar a su función normalizada, que vuelve a cumplir impecablemente.
¿Qué ha pasado mientras tanto con los antioxidantes? Absolutamente nada; forma parte de su naruraleza la capacidad de donar sus electrones sin generar por ello radicales libres. Un auténtico chollo para la salud.
Éste es el motivo por el que los antioxidantes son tan importantes en nuestra nutrición, porque cuantos más antioxidantes alberguemos circulando por nuestra sangre mayor será nuestra protección, y de esta manera, nuestro organismo estará constituido por células más fuertes y sanas.
Fuentes de antioxidantes.
Para empezar, la forma más inteligente sería tratar de eliminar en lo posible todas las fuentes de radicales libres que ya hemos mencionado anteriormente.
¿Cómo?
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El verde y el naranja son los colores de moda. Consume verduras de hojas verdes y frutas de color amarillo o anaranjado. El naranja en las mandarinas, pomelos, mango y papaya, o en la zanahoria y la calabaza, indica su alto nivel de betacaróteno, un potente antioxidante.
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Consume siempre que puedas alimentos de origen biológico; frutas y verduras que hayan sido cultivadas sin el uso de pesticidas e insecticidas, y que no hayan sido genéticamente modificadas. En muchos de los experimentos que hacen que las frutas y verduras sean más grandes, que la manzana, por ejemplo, parezca más roja y sana, o la cera que las hace más brillantes, intervienen productos químicos que son tóxicos.
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Evita las carnes tratadas con hormonas y antibióticos. La ganadería convencional trata a los animales con hormonas para que pesen más, y con antibióticos para que no enfermen. Y todo eso pasa directamente a tu organismo cuando tú lo consumes.
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Los peces cultivados en granjas son tratados de manera similar, y en mar abierto las altas dosis de contaminantes también aportan una notable toxicidad. Si comes carnes y pescados, búscalos si es posible en las mismas tiendas de alimentos biológicos.
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Bebe agua purificada y elimina el agua del grifo incluso en la cocina, en la elaboración de sopas, infusiones o pastas. Bebe agua abundante, que ayuda a detoxificar el organismo.
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Busca alimentos con un alto contenido en vitamina E, C y A, así como los suplementos.
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Ácidos grasos esenciales, contenido en el aceite de linaza y de borraja. Aceite de oliva virgen (en crudo, si lo usas para cocinar caliéntalo lo menos posible y nunca dejes que humee). Semillas de linaza y frutos secos como las almendras y las nueces.
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Minerales, como el selenio y el zinc.
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Carbohidratos complejos, como los cereales integrales (en este caso más que nunca, búscalos de origen biológico, dada la alta concentración de pesticidas y otros productos químicos en los cereales integrales).
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La coenzima Q10, el ginkgo biloba, el té verde, las vitaminas del complejo B.
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Elimina el café y el alcohol, o al menos mantenlos en dosis muy bajas (una copa de vino tinto es el menor de los males con algunas aportaciones que pueden ser positivas).
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Elimina radicalmente las sodas y gaseosas. Ni los azúcares ni el gas ni los colorantes ni los conservantes te van a aportar nada bueno.
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Evita los medicamentos siempre que puedas, así como los rayos X que no sean realmente necesarios.
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Evita el aire contaminado: el humo del tabaco, el de los coches, el del aire acondicionado o la calefacción.
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Protégete del sol con cremas naturales.
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Respirar aire puro en espacios abiertos naturales; hacer actividades relajantes; comer con moderación (nunca más del 80% de la capacidad de tu estómago) y tranquilidad (sin televisión ni conversaciones conflictivas); hacer ejercicio físico; meditar; escuchar música o biuen escuchar el silencio. Pensar de una manera creativa que no favorezca el enfado, los resentimientos o la frustración, y reír mucho, son algunas otras actividades que favorecen la sintetización y manufacturación de enzimas antioxidantes en nuestro cuerpo, fortalecen el sistema inmunológico y promueven el buen funcionamiento del organismo en general.
(Más información sobre alimentos antioxidantes en la sección de Nutrición).
Texto: Marié Morales.
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