YO NECESITO DE MÍ.
YO NECESITO DE LOS OTROS.
Una mañana con Valeria Zylbersztejn.
Valeria nos propone que es mejor, al menos en el día de hoy, no pasar la emoción por el intelecto, no traducirla en palabras, dejar un poco en paz lo cognitivo y volver al cuerpo. Y pienso en todo lo que he hablado en estos últimos meses, en cómo la palabra ha sustituido a las manos, y qué imprecisa es a veces y con cuántas barreras hay que lidiar.
“Si el hombre a veces no cerrara soberanamente los ojos acabaría por no ver aquello que vale la pena ser mirado”.
Rene Char.
Mi amiga Marié Morales me propone asistir a un taller intensivo de Movimiento Expresivo “Centros de energía”, impartido por la psicóloga social Valeria Zylbersztejn. Me da todos los datos para que me informe, páginas webs, artículos, entrevistas… Le dedico dos o tres minutos porque me basta ver una imagen de Hugo Ardiles, maestro de Valeria con el que ella trabajó esta técnica durante diez años en Buenos Aires, dos o tres minutos y cierro los ojos, ¿quieres ir, me pregunto? ¿no deberías informarte más? Llamo a Valeria, me explica que es un trabajo sobre el Centro Medio, el centro de las emociones, que me irá bien, que conoce el momento que estoy atravesando y que me sienta libre de decidir, no insiste. Escucho su voz latina, dulce. Decido ir.

Valeria imparte el taller enfocado, hoy, en “ el océano emocional”. Somos un grupo de nueve o diez personas; el espacio, en Gracia, es luminoso, ha caído una tromba de agua y ahora sale el sol. Cada uno de los componentes del grupo explica por qué está ahí, recojo algunas frases: he aprendido a expresar mejor mis emociones, ahora soy más libre, tengo menos miedo o al menos me atrevo a contemplarlos, me duele menos el cuerpo… El océano, pienso, la sal y esta agua, este sol que también somos y esta marea.
Explica que la técnica de los Centros de energía está enraizada en la teoría de las energías de los 7 chakras y en las asanas del yoga; que su maestro, Hugo Ardiles, aún da talleres, a sus 82 años; que es un trabajo simple, muy sencillo, de reeducación músculo-articular, y, a la vez, como las buenas cosas sencillas, muy profundo. Valeria nos propone que es mejor, al menos en el día de hoy, no pasar la emoción por el intelecto, no traducirla en palabras, dejar un poco en paz lo cognitivo y volver al cuerpo.
Y pienso en todo lo que he hablado en estos últimos meses, en cómo la palabra ha sustituido a las manos, y qué imprecisa es a veces y con cuántas barreras hay que lidiar.
La técnica, la de hoy, es sencilla, nos movemos por la sala con una magnífica selección de músicas. De vez en cuando abro los ojos para seguir el movimiento de Valeria, los pasos son sencillos, fáciles de seguir, la música invita a no parar de moverse y de una forma natural en pocos minutos parece que nos conocemos todos. Me olvido de los pasos para empezar a recordar otra cosa, lo que más necesito, lo que es imprescindible, un lenguaje más sabio: el del cuerpo.
Bailamos durante una hora y media. Solos, en grupo, a dos, a tres, solos, no hay un sistema, el sistema es ir rompiendo pasos cebra, hilos, costuras y todos los subrayados que conocemos con la mirada, con la más habitual, la cognitiva. Es fácil acercarse, es incluso un descubrimiento darse cuenta cómo necesitamos acercarnos y alejarnos y eso lo está consiguiendo Valeria con esta forma, esta técnica, tan simple, ancestral, necesaria.
Nos invita a descansar. No he traído ni esterilla ni toalla pero ya no hay más dificultades, me tumbo en el suelo y oigo dos frases que me van a acompañar durante toda la semana. Ponerlas en el cuerpo, dice. Y las pongo en el esternón, en vertical, con letra clara: YO NECESITO DE MÍ. YO NECESITO DE LOS OTROS.
Con esta nueva escritura en nosotros nos propone ir a buscar a un compañero del grupo y pedirle lo que necesitamos. Ver si él o ella nos lo puede dar. Me acuerdo de una frase que leí hace años en una novela: lo que necesitas está cerca, siempre está cerca. Después hicimos otros ejercicios, el curso era intensivo, de unas cuatro horas, y al final una pequeña rueda para compartir la experiencia. Era evidente que todos nos sentíamos mejor, bailar, reír, contactar, abrazar, no tener miedo, saltar, gritar, llorar, volver a reír, qué otro océano podíamos sentir en un sábado cualquiera después de esa tromba de agua y de ese sol que recorría la bella sala de Gracia y la voz y el cuerpo del Valeria. El cuerpo, pensé, con su propio centro y ritmo, tiene un lenguaje más inmenso, más preciso, más necesario que el lugar tan frontal que a veces, a días, supone el contar a solas con la palabra.
El centro emocional, con esta técnica sencilla y profunda que es “Centros de energía” de la mano de una maestra como Valeria Zylbersztejn, es un océano en calma y en erupción, está lleno de una profundidad a la que Valeria sabe llevarte, dejarte entrar y ayudarte a salir con su sabiduría y dulzura y sobre todo, no me cabe duda con un amor profundo a su trabajo.
Texto: Esmeralda Berbel

Otros testimonios:
Llevo poco tiempo con estas clases de movimiento expresivo y estoy encantado de asistir desde el primer día. Es como si fuera justo lo que me faltaba física y emocionalmente. En esta practica encuentro una forma de expresar, a través de mi movimiento y de mi interacción con los demás compañeros, aspectos que me producen mucha alegría y libertad en ese momento y que al ejercitarlos creo que también me ayudan a incorporarlos para su expresión en la vida diaria. Así, voy aprendiendo que:
- La forma de moverse afecta a como sientes y piensas y viceversa. La mente no controla el cuerpo, es uno con el cuerpo.
- Dejándote llevar por la música, uno está ausente a largos ratos del pensar pero si aparecen pensamientos, el movimiento de todo el cuerpo ayuda a ser consciente que eso pasa sólo en la cabeza y a dejarlos pasar tan solo con atender a lo que pasa mas abajo. Voy aprendiendo a meditar en movimiento con el movimiento y a sentir mi mente a través de todos los centros, no sólo el de la cabeza.
- Con los compañeros aprendo / me enseñan, que hay mil formas de moverse, tantas como personas y todas validas porque son lo que se expresa en ese momento. En la interacción con otros aprendo que para bailar feliz y armónicamente primero hay que respetar la armonía de los propios centros y también nuestras ganas mutuas de bailar armónicamente en ese momento. Aprendo a observar el baile armónico de los demás con alegría de que así se puedan expresar y a reconocerme en ellos, en su alegría y libertad.
- Creo que todo, incluso uno mismo, esta en perpetuo movimiento, todo es en cierta forma un gran baile libre. En estas clases pretendo ir practicando el bailar simplemente para expresar ese goce de moverse libremente, eso es lo que me conecta mejor con la vida y con todos los bailarines.
Para finalizar,insistir en que para mi, el gran potencial de esta técnica se desarrolla plenamente en estas clases gracias al buen hacer de Valeria y la gran calidad humana de todos los compañeros que tengo el gusto de conocer baile tras baile. A todos, muchas gracias por compartir conmigo esta gran experiencia del movimiento expresivo.
Lluis Hernández.
Para mí, Centros de Energía fue un antes y un después. Yo en realidad no lo sabía, pero cuando llevaba un tiempo practicando el movimiento y recibiendo masaje, me di cuenta de que yo, antes de Centros, no era consciente de que tenía un cuerpo… Era como si sólo tuviera una cabeza con unas piernas, no muy seguras, para ir por la vida.
Siempre le agradeceré a Centros su ayuda, que me sirvió para conocerme mejor, para gozar más y también para reconocer las capas olvidadas de alegrías y tristezas que llevaba en mi cuerpo sin saberlo.
La experiencia más profunda que le debo a Centros es haber llorado, por fin, la muerte de mi padre. Sucedió cuando tenía 9 años y en una clase de lumbo-sacro, a los 56 años, pude permitirme llorar aquel dolor que tenía almacenado en mi cuerpo. Qué gran liberación… Estoy muy agradecida a todas aquellas personas que han hecho posible el movimiento de Centros de Energía y siguen haciéndolo. Muchas gracias, Valeria.
Milagros.
Tomar clases me produce, básicamente, dos cosas: un gran placer y una gran alegría; me conecta con algo muy vital y gozoso. Físicamente sentí mejoras importantes, sobre todo en cuanto a contracturas. También bajan mis niveles de ansiedad y de angustia. Siempre, tomar una clase modifica positivamente el estado de mi cuerpo y de mi alma…
Gabriela
Haciendo Centros de Energía he descubierto que tengo un cuerpo, y que puedo conectar con la alegría. Dejo de pensar y me lo paso muy bien. Me ha dejado de doler la espalda y me siento más flexible.
Paola

Valeria Zylbersztejn.
 Nací en Buenos Aires. En 1989 conozco a Hugo Ardiles, el creador del Sistema de Centros de Energía, mi maestro. Me formé con él y he trabajado durante 10 años en su Escuela de Buenos Aires, como instructora de movimiento y masajes en clases regulares y grupos. Luego comencé como formadora espacializándome en la transmisión de la técnica en los cursos de Formación de Instructores. Soy Psicóloga Social, egresada de la Escuela de Enrique Pichón Riviere. Formada en Psicoterapia Humanista. He realizado cursos Breves de Terapia Gestalt en la Universidad de Bs As. Estudié Teatro y Clown. Impostación de la voz y Canto. Estudié Comunicación Social en la Universidad de Bs As. En el año 2000 llego a Barcelona. Coordino grupos de Movimiento y Clases. Coordino talleres intensivos junto a Mónica Muruaga, con temáticas de relación entre el cuerpo y la palabra. Doy talleres de Movimiento y Voz en Escuelas de Teatro. Trabajo con Gente Grande. Realizo trabajo interdisciplinario para gente con sobrepeso. Ejerzo esta profesión desde hace 20 años y a través de ella he tenido la gratificación de ayudar a muchas personas. A todas ellas les agradezco la enorme fortuna que me han brindado desde el momento en que confiaron y compartieron sus más profundas vivencias y experiencias.
http://valezyl.wordpress.com
Esmeralda Berbel
Esmeralda Berbel nació en Badalona en 1961. Ha estudiado filología hispánica en la Universidad de Barcelona y dirige cursos de creación literaria en la Escuela de Escritura del Ateneo Barcelonés, así como en otros centros públicos y privados. Es autora de los siguientes libros: El hombre que pagaba noches enteras; Trátame bien; De qué hablamos las mujeres cuando hablamos de lo que nos importa; Alismas; Calma corazón, calma; 27 de Sep. Un día en la vida de las mujeres; De qué hablan los adolescentes, entre otros.
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