Salud y medio ambiente.
¿Se cumplieron las expectativas?
Cuando el hombre llegó por primera vez a la Luna, se volvió hacia la Tierra, y mirándola, comprendió la nostalgia que sentía de los seres vivos, tan lejanos. La más pequeña florecilla, la hierba más minúscula, hubiera significado un milagro para él, pero las rocas y el polvo no podían ofrecerle más que una soledad mineral.
Basado en un texto de Paul Géroudet sobre la llegada de Neil Armstrong a la Luna.
La interrelación entre medio ambiente y salud es tan estrecha, que la Organización Mundial de la Salud, en su programa denominado <>, estableció una serie de objetivos, algunos de ellos con un carácter puramente medioambiental, destacando los siguientes:
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Objetivo 18: << Antes de 1990 los estados miembros deberán contar con una política multisectorial que proteja eficazmente el medio ambiente humano de los factores de riesgo para la salud, que sensibilice a la colectividad y garantice su participación, y apoye eficazmente los esfuerzos internacionales para combatir estos riesgos cuando afecten a varios países>>.
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Objetivo 19: << Antes de 1990, los estados miembros deberán tener un mecanismo eficaz para la vigilancia, evaluación y reducción de los riesgos relacionados con el medio ambiente que constituye una amenaza para la salud humana, en el que estén comprendidas las sustancias químicas potencialmente tóxicas, las radiaciones, los productos de consumo peligroso y los agentes biológicos>>.
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Objetivo 20: << Antes de 1990, todas las poblaciones de la región europea, deberán disponer de cantidades suficientes de agua potable y de aquí a 1995, la contaminación de los ríos, lagos y mares no deberán constituir una amenaza para la salud humana>>.
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Objetivo 21: << Antes de 1990, todas las poblaciones de la región europea deberán ser protegidas eficazmente de los riesgos contra la salud relacionados con la contaminación del aire>>.
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Objetivo 22: << Antes de 1990, los estados miembros deberán reducir sensiblemente los riesgos relacionados con la contaminación de los alimentos y poner en acción medidas para proteger a los consumidores de los aditivos nocivos>>.
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Objetivo 23: << Antes 1995, todos los estados miembros suprimirán los riesgos principales para la salud, relacionados con la eliminación de los residuos peligrosos>>.
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Objetivo 24: << Antes del año 2000, todas las poblaciones de la región deberán de disponer de mejores condiciones de vida dentro de un hábitat individual y colectivo que les ofrezca un medio ambiente seguro>>.
Transcurridas más de dos décadas desde que se plantearon estos objetivos, y ya de lleno en pleno tercer milenio, todos aquellos objetivos planteados para 1990 suenan a ciencia ficción. O a chiste. De humor negro. Dos décadas más tarde no es que no se hayan conseguido algunos de los objetivos, es que las perspectivas han empeorado, y no tiene trazas de mejorar (N. de la ed.).
Así como tratamos al planeta, tratamos a nuestro cuerpo.
Como puede observarse, son muchos los aspectos ambientales con repercusiones en el estado de salud, contaminación de alimentos, generación de residuos tóxicos, radiaciones, contaminación acuática, contaminación atmosférica, insalubridad en las viviendas, entre otras.
Esto nos hace pensar que nuestro estilo de vida consumista y en algunos casos destructivo, pone en grave peligro la supervivencia del medio natural. El desarrollo de las sociedades industriales y urbanas, y el crecimiento demográfico, incrementan los problemas medioambientales debido al consumo de recursos y espacios naturales, cada vez más escasos, así como por la generación de residuos en ocasiones no biodegradables. Estas son tan sólo unas pequeñas notas dentro de un extenso problema, pero que sin duda permite la comprensión de la magnitud del problema y la necesidad de un cambio de actitud hacia una forma de vida más sana y que para conseguirlo es primordial una buena educación ambiental.
Aprender a querer nuestro entorno es aprender a querernos a nosotros mismos, para ello debemos empezar a entenderlo y respetarlo. ¿Cómo? Qué tal empezando por admirar sus múltiples formas, sus múltiples colores, olores, sonidos. ¿Cuánto hace que no caminas sin ningún motivo aparente, únicamente por caminar? ¿Cuánto hace que no hueles a tierra mojada? ¿Cuánto hace que no oyes un dulce despertar con el piolar de unos pajarillos? Piensa e imagínate lo que tu yo más natural se iba a enriquecer volviendo a reencontrar esas ya olvidadas sensaciones.
El trekking: la naturaleza y tu salud
Caminar por la montaña y adentrarse por sus senderos es una buena alternativa para quienes desean disfrutar del deporte, crear salud y respirar aire limpio y puro: oxigenar cuerpo y mente. Adaptable a todos los niveles y edades, es la práctica deportiva ideal para comunicarse directamente con la madre naturaleza. |
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Ir de ruta y caminar por la montaña tiene, entre otras ventajas, la de que puede hacerse sola o en familia, la de ser una actividad muy completa para todo tu organismo y la de, tan o más importante, permitirte salir de la rutina y cambiar "de aires" (esto es, perder la ciudad de vista y descubrir nuevos paisajes llenos de luz y color y a los que generalmente no resulta fácil acceder con coche). Y es que, como muchos de sus partidarios apuntan, practicar con regularidad el trekking es algo así como un nuevo estilo de vida: una opción por la naturaleza y la salud. Por ello, este deporte te beneficia tanto a nivel físico como psicológico, ya que es una especie de válvula de escape siempre necesaria para vivir en armonía.
En el plano físico, sus ventajas son muy claras ya que te ayuda a estar en forma y ganar por consiguiente en flexibilidad, resistencia y fuerza. Gracias a los paseos por terrenos de diverso desnivel y formación (terrenos abruptos, resbaladizos, suelo inclinado, bajadas...) tu cuerpo se habitúa a mantener el equilibrio y a hacer trabajar los músculos (tanto del tronco superior como del inferior) a diferentes intensidades, además de que gana en resistencia dado que las marchas suelen ser de largo recorrido. Con el tiempo, el cuerpo gana en forma física con una mejor musculación y notarás como también el corazón se cansa menos, con lo que le ayudas a defenderse de las enfermedades cardiovasculares.
Y, luego, ya me contarás qué tal.
Por Elsa A. Félez