Ramón Mora: La risa y el humor nos ayudan a adaptarnos a las situaciones difíciles y nuevas.
La risa aumenta la satisfacción y la calidad de vida, permite el crecimiento y el desarrollo personal e interpersonal. El humor sano es una eficaz herramienta para las relaciones sociales, la diversión y para afrontar la adversidad.
A pesar de que la mayoría de humoristas son hombres, el sentido del humor es un hecho típicamente más femenino, ya que la mujer es capaz de reírse consigo misma con mucha mayor frecuencia y facilidad. Además, el humor de las mujeres, cuando “cruza la frontera”, es más subversivo y desafiante, mientras que el del hombre se quedaría más en las payasadas, pantomimas, parodias o chistes picantes. Así lo ve y nos lo cuenta Ramón Mora. En su libro “Medicina y terapia de la risa” (Desclée de Brouwer), Ramón Mora nos lo cuenta casi todo sobre el humor y la risa, unas excelentes herramientas para la salud física y mental.
¿Nos reímos poco, mucho?
Si de niños solíamos reír más de 300 veces al día, dicha frecuencia disminuye drásticamente y puede situarse en tan sólo 10-15 veces al día a partir de los 20 años de edad. En general, se puede afirmar que en la edad adulta nos reímos menos de lo que solíamos y deberíamos.
Deme un motivo (o varios) para reír.
La risa es un lenguaje o modo de expresión universal y gracias a su elevado poder de contagio es apropiada para practicarla tanto a solas como en grupo. La experiencia de la risa tiene la capacidad de poder penetrar la mente y el cuerpo en toda condición, estimulando los sentidos, evocando y descargando sentimientos y emociones y facilitando respuestas fisiológicas, psicológicas y espirituales.
Principales beneficios fisiológicos y psicológicos de la risa:
A nivel fisiológico:
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A nivel psicológico:
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Ejercita y relaja la musculatura
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Reduce el estrés y los síntomas de depresión y ansiedad
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Ejercita y mejora la respiración
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Eleva el estado de ánimo, la autoestima, la esperanza, la energía y el vigor
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Disminuye los niveles de hormonas del estrés
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Aumenta la memoria, el pensamiento creativo y la resolución de problemas
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Estimula la circulación
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Mejora la interacción interpersonal, las relaciones sociales, la atracción y la proximidad
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Estimula el sistema inmunitario
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Aumenta la amigabilidad, la colaboración, y facilita la identidad de grupo, la solidaridad y la cohesividad
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Eleva el umbral del dolor y la tolerancia
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Promueve el bienestar psicológico
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Mejora la función mental
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Mejora la relación médico-paciente y la calidad de vida
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Intensifica la hilaridad y es muy contagiosa
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No es lo mismo la risa que el humor. ¿En qué se diferencian?
El humor se define como uno de los estímulos que pueden ayudar a reír y a sentirse feliz. El sentido del humor es un rasgo psicológico que varía considerablemente y que permite responder a diferentes tipos de estímulos de humor. Y la risa es una respuesta psicofisiológica, al humor o a cualquier otro estímulo risible (emociones positivas, pensamientos placenteros, por contagio, otros). En consecuencia, humor y risa son eventos diferentes (aunque a menudo relacionados). Mientras que el humor es un estímulo y puede ocurrir sin risa, la risa es una emoción/respuesta y puede ocurrir sin humor.
Características externas de la risa:
a) Contracciones enérgicas del diafragma acompañadas de vocalizaciones silábicas repetitivas, típicamente audibles como “ja, ja”, o “jo, jo”.
b) Expresión facial característica.
c) Movimientos corporales.
d) Una serie de procesos neurofisiológicos asociados.
¿De qué manera nos ayudan a vivir la una y el otro?
Además de sus beneficios fisiológicos y psicológicos, la risa tiene un valor adaptativo indiscutible. Aumenta la calidad de vida y la satisfacción por vivir y permite el crecimiento y desarrollo personal e interpersonal. El humor, si es del sano, es otra potente herramienta para las relaciones sociales, la diversión y para afrontar la adversidad.
¿La risa es como un músculo que o bien se desarrolla o se atrofia?
Sí, si no se practica puede perderse u olvidarse. Los músculos faciales son los más directamente involucrados en la risa. Si no se ríe de manera habitual, los músculos de la risa están “desentrenados” y agarrotados, dando al rostro un aspecto característico de rigidez y seriedad, al tiempo que se acentúan las arrugas y las líneas de expresión. Ejercitándolos unos minutos al día, se consigue imitar o simular los mismos movimientos que se efectúan al reír, por lo que al cabo de unos pocos días la facilidad para reír irá aumentando y la expresión facial se irá remodelando, siendo más uniforme, suave, tersa y de aspecto más alegre y saludable. La risa es la mejor gimnasia y tratamiento facial. Es también una explosión de movimientos corporales y éstos no deben contenerse. Al reír, hay que procurar estirar y mover también todas las partes del cuerpo que sean posibles: cabeza, cuello, tronco, brazos, manos, piernas, pies.
No todas las risas son iguales. ¿Existen diferentes tipos de risa?
Se han descrito múltiples clasificaciones para los diferentes tipos de risa, pero las más importantes son quizás la risa espontánea y la risa ensayada. En ausencia o en espera de risa espontánea, la risa ensayada se torna divertida y contagiosa al poco rato de practicarla, y puede hacer brotar la risa espontánea y potenciar su intensidad y duración. El cerebro no es capaz de distinguir la risa ensayada de la risa espontánea, por lo que ambas se asociarían indistintamente a similares beneficios de salud. La moderna medicina y terapia de la risa se basa en este principio fundamental: a través de diferentes ejercicios, técnicas, actividades y dinámicas, una persona o un grupo de personas es conducido a un estado/sentimiento de desinhibición para conseguir llegar al binomio risa ensayada-risa espontánea y experimentar sus beneficios físicos, psíquicos, emocionales y espirituales.
Tipos de risa.
Se han descrito múltiples clasificaciones para los diferentes tipos de risa, en función de diversos parámetros y desde distintos ámbitos y ciencias de estudio. Con interés médico y terapéutico, se pueden considerar cinco grandes grupos:
(1) risa espontánea o genuina. Es la que surge de forma natural sin la intervención de la voluntad o razón, como expresión genuina de las distintas emociones humanas positivas (alegría, diversión, humor, euforia, triunfo, otras).
(2) risa ensayada, simulada o practicada. Se consigue mediante su práctica a voluntad y sin motivo alguno que la justifique (incondicional), por lo que no está asociada directamente al pensamiento, al humor o a otras emociones humanas positivas que son origen de la risa espontánea.
(3) risa estimulada. Es consecuencia de la acción física o refleja de determinados estímulos externos (cosquillas, gimnasia facial, otros).
(4) risa inducida. Es producto de los efectos de determinados fármacos o sustancias psicotropas (alcohol, cafeína, anfetaminas, cannabis, LSD, óxido nitroso o “gas hilarante”, otras).
(5) risa patológica. Aparece ante estímulos inespecíficos, no está vinculada a cambios emocionales, no tiene control voluntario sobre su duración, intensidad o expresión facial, y a veces se acompaña de “llanto patológico”. De interés exclusivamente médico, es específica y secundaria a lesiones del sistema nervioso central como consecuencia de diversas enfermedades neurológicas transitorias o persistentes.
¿Cómo aprender a aprender a reír?
Con el paso del tiempo, la risa puede estar presa, escondida o durmiente. Para recuperar la risa de una forma cómoda y natural (o aprender a reír de nuevo) e incorporarla en el “día a día” y beneficiarse de sus efectos saludables, es un prerrequisito fundamental el convencimiento y la voluntad de “querer empezar”. Se recomiendan los siguientes ejercicios para recuperar la risa perdida o reaprender a reír:
Realizar gimnasia facial
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Ejercitándolos unos minutos al día, imitando o simulando los mismos movimientos que se efectúan al reír.
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Realizar gimnasia corporal
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En cada ocasión en que fluya la risa, sea factible y lo permita el entorno, acompañarla libremente de pataletas, sacudidas, estiramientos, saltos, torsiones, flexiones, giros y demás movimientos, como en los niños.
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Recordar habitualmente aquellas situaciones y cosas que de niños nos solían hacer reír
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Con alta probabilidad, todavía hoy seguirán siendo graciosas y divertidas. Y no solamente eso, probar a repetirlas en la edad adulta puede ser incluso más provocador e hilarante. Atreverse a recuperar el niño interior de cada uno conduce a resultados sorprendentes.
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Vivir el presente, tener pequeños proyectos y saber contentarse
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Las grandes alegrías vienen de las pequeñas cosas y proyectos del presente.
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Incorporar la risa en el tiempo de ocio
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El ocio, como contraposición al trabajo, supone “estar de fiesta” y no debe restar energía, causar insatisfacción o aumentar la carga de frustración. Hay que lograr gozar en todo momento. Para ello, hay que procurar no alejarse de las actividades que nos supongan diversión e intentar rodearse de gente alegre y entretenida.
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Potenciar la autoestima
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Independientemente del estado de ánimo, es muy recomendable autovalorarse constantemente, siendo conscientes de todas las capacidades y cualidades personales únicas.
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Reírse “con” uno mismo
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Y “con” los problemas cotidianos, laborales y personales, tratando de suavizarlos y buscando su parte más cómica o positiva.
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¿Por qué no se aprende natural y espontáneamente a reír?
La risa es el primer lenguaje del ser humano y se desarrolló con anterioridad al lenguaje hablado. Además es instintiva y congénita (bebés sin visión o audición pueden reír). Con el paso del tiempo, la capacidad y motivación para reír de manera natural y espontánea puede menguar. Tres mitos todavía hoy prevalecen en la mente de muchas personas que dificultan la supervivencia de la risa espontánea: a) Se debe tener sentido del humor para reír; b) Se debe estar feliz para reír; y c) Se necesita un motivo para reír. Por un lado, debido a la excesiva seriedad actual, cosas con las que se reía hace unos 50 años hoy ya no conseguirían arrancar ni una leve sonrisa. Es decir, el sentido del humor ha ido cambiando con el tiempo; por lo tanto, ¿cuál es el sentido del humor que se debería tener hoy para reír? Por otro lado, la verdadera felicidad nunca parece llegar porque los deseos humanos son infinitos y la vida es temporal. En consecuencia, ¿qué estado de felicidad se debe alcanzar para reír? Y finalmente, hoy sabemos que no es necesario motivo alguno para reír.
Por eso las terapias de la risa y la risa ensayada pueden ayudar a aprender a reír.
Sí, ya que la risa ensayada es totalmente incondicional, por lo que no se necesita ningún motivo, ningún grado de felicidad, ni ningún tipo particular de sentido del humor para reír. Toda persona, en cualquier condición, puede ensayar la risa a voluntad y experimentar sus beneficios. Es una acción de reír practicada “con los demás” y no “de los demás”, por lo que es una risa altamente contagiosa, autopotenciadora y estimulante, que puede alternarse o derivar fácilmente en episodios de risa espontánea.
¿Por qué se pierde la risa?
Aunque la capacidad para reír es innata, lo cierto es que con el paso del tiempo la risa tiende a no encajar con los valores y competencias que la sociedad actual establece para la vida adulta. Se tiende a esperar a que las condiciones exteriores ayuden a recuperar la risa y el buen humor, la felicidad, la alegría, el bienestar y demás, y ello no suele suceder en la mayoría de los casos. La experiencia de la risa, si no brota u ocurre fácil o espontáneamente, debe buscarse y perseguirse desde “dentro” para beneficiarse de todos sus efectos saludables.
Ejercicios para mantener el hábito de la risa.
Para conseguir que la búsqueda constante de la risa sea uno de los mejores hábitos, se proponen los siguientes ejercicios y acciones de mantenimiento:
Ensayar la risa
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A solas, diariamente frente al espejo. Al comienzo será más engorroso, pero con la práctica irá mejorando y poco a poco se pasará de las primeras muecas a conseguir sonoras risas sostenidas (e incluso se podrán lograr verdaderas carcajadas y risotadas). Es muy recomendable aprovechar los momentos en que ya se está delante del espejo (al asearse, afeitarse, peinarse, otras) para practicar. El ensayo de la risa es muy potente para autogenerarla y mantenerla.
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Reír regularmente
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Un mínimo de tres veces cada día, durante un minuto por lo menos en cada ocasión (o mínimo de 3 minutos acumulados en un día), mínimo tres veces por semana. Siempre que sea posible, ir aumentando progresivamente la frecuencia, intensidad y duración. Para su consecución, puede aprovecharse el tiempo frente al espejo (ejercicio anterior), o reservarse momentos específicos en la agenda del día.
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Aprovechar el tiempo de ocio
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Disfrutar de cuantas más emociones positivas y situaciones alegres y placenteras sean posibles. Para estar más cerca de la diversión y de la risa, buscar la compañía de niños y/o de personas alegres y joviales; procurar ver los títulos más cómicos o entretenidos si se va al cine, teatro o se ve la televisión; leer primero las noticias agradables de la prensa; coleccionar refranes, frases, imágenes, videos o películas divertidas (a modo de “risoteca”) para recuperar, ver o reproducir en cualquier momento de “bajón”; o escuchar música agradable, ir a bailar, practicar actividad física no competitiva, entre otras.
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Identificar los momentos risibles del día para “okuparlos” con risa
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Todos los acontecimientos que suceden a lo largo del día poseen en algún momento un aspecto lúdico donde la risa puede tener cabida o en donde socialmente está más aceptada. Al principio, será algo más costoso descubrirlos, pero con la práctica será más fácil y automático. El objetivo es que al final de una jornada se haya conseguido mucha más “frecuencia acumulada” de risa, con los consiguientes beneficios asociados.
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Ser “donante de risas”
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Actuando como donante de risas, además de mantener el hábito personal, se puede contribuir por contagio hilarante a reestablecer y mantener el hábito de reír en los demás.
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Mantener el contacto físico
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La alegría y la risa son también físicas y palpables. Recuperar el contacto físico ayudará a mantener la risa a flor de piel.
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Utilizar el lenguaje de manera elegante y positiva
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La elección de una determinada palabra y de su tono es muy significativa, ya que suena directamente al oído junto con todas sus cualidades positivas o negativas. La formulación apropiada del lenguaje permite mantener la experiencia de la risa, principalmente la vinculada al humor, en condiciones mucho más saludables, además de enriquecer el dominio del idioma y maximizar el impacto de la comunicación.
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No todo el mundo se ríe de lo mismo. ¿Qué dice de una persona lo que la hace reír?
Reírse “de” tiene que ver más con el humor. Y siendo el humor un estímulo risible (entre otros) que se procesa de manera cognitiva, no todo el mundo se ríe “de” lo mismo. Las personas expresan sus rasgos de personalidad a través del humor y del sentido del humor, por lo que existen diferentes estilos de humor. En consecuencia, es mucho más universal y terapéutico reírse “con” los demás, bien sea experimentando y contagiándose de emociones positivas (bailando, cantando, jugando, entre otras), o simplemente ensayando la risa.
¿Se ríen lo mismo hombres y mujeres? ¿Ríen de lo mismo?
La mayoría de humoristas, comediantes, cuenta-chistes y demás profesionales o actores del espectáculo cómico suelen ser hombres. Sin embargo, algunos autores piensan que el sentido del humor es un hecho típicamente más femenino, ya que, a diferencia del hombre, la mujer es capaz de reírse consigo misma con mucha mayor frecuencia y facilidad. Además de ello, otros autores afirman que el humor de las mujeres, cuando “cruza la frontera”, es más subversivo y desafiante, mientras que el del hombre se quedaría más en las payasadas, pantomimas, parodias o chistes picantes.
La educación, ¿potencia la risa o la reprime?
La risa es un recurso pedagógico de primera magnitud. No obstante, trabajar con la risa como herramienta pedagógica puede suponer todo un desafío. Algunas de las barreras y obstáculos más comunes son la falta de tiempo y dedicación y los prejuicios sobre la risa, como sinónimo de inmadurez, falta de seriedad y eficacia, pérdida de tiempo o descontrol. Un alumno sonriente y divertido siempre presentará una actitud más relajada y favorable al aprendizaje que si está aburrido, tenso o simplemente se encuentra en una situación emocionalmente ‘plana’. En consecuencia, el sentido del humor y la risa aplicados convenientemente a la educación pueden desempeñar una serie de funciones de gran valor pedagógico. Entre otros, existen estudios sobre el uso del humor y de la risa como recurso didáctico en la enseñanza a adolescentes; en el aprendizaje de idiomas; en la educación física o en la educación universitaria.
¿Cuáles son los beneficios de la risa en el trabajo y en el aprendizaje?
La risa en el lugar de trabajo es primordial, aunque no exclusiva. Así, por ejemplo, ninguna cantidad de risa puede por sí misma suponer la adquisición de nuevas conocimientos científicos o de determinadas competencias o habilidades técnicas. No obstante, pasarlo bien en el trabajo puede acompañarse de los siguientes beneficios adicionales: impulsa la moral y fomenta el espíritu de equipo; potencia la autoestima, la capacidad personal, la motivación, la calidad y el rendimiento; inspira creatividad, imaginación e innovación; estimula el interés, la atención, el aprendizaje, la memoria y la capacidad de comunicación; atenúa el estrés y revierte las emociones negativas; fomenta la energía, la determinación y el logro; mejora la salud en general y reduce el absentismo laboral; y en definitiva, puede suponer la consecución de relaciones laborales felices y resultados felices. En el aprendizaje, la risa es comunicación efectiva y feliz. El lenguaje universal de la risa permite diseñar, exponer y transmitir conocimientos que de otro modo serían menos “atractivos”. La risa en un potente recurso didáctico.
¿De qué manera nos ayuda la risa cuando estamos tristes o con poca energía o motivación para vivir (y mucho menos para reír)? ¿Cómo activarla en estas situaciones?
La risa es una de las emociones positivas más frecuentes y llamativas. Sus beneficios dependen no sólo de la expresión de la risa misma, sino de la emoción positiva subyacente, la hilaridad. Entre otras cualidades terapéuticas, la risa es un arma letal para destronar a la tristeza y al pensamiento negativo. La risa consigue hacer disfrutar del verdadero yo. La estridente carcajada anula la rumiación. Y cuando ya se ha instalado como fortaleza, cuando los cimientos están sólidos, el cuerpo comienza a celebrarlo. Puede haber cambios espectaculares. La postura adquiere formas abiertas, flexibles y armónicas. El cuerpo y la mente ríen, disfrutando e irradiando salud, satisfacción y poder. Y el entorno se beneficia con dicho bienestar. La risa ensayada es una de las herramientas más potentes para activar la risa en los momentos con poca energía o motivación.
En qué consiste el “síndrome de felicidad adquirida”?
Aunque se sabe que se nace con una carga de felicidad heredada, que puede ser de hasta el 50% de la total, la otra mitad de la felicidad se “adquiere” en dependencia del entorno y muy especialmente del factor que más poder explicativo presenta: la personalidad. En particular, las personas extrovertidas tienden a reírse y divertirse con más frecuencia y se sienten más felices que las introvertidas. Pero lo que realmente parece importar, según los estudios disponibles, no es ser o no ser extrovertido, sino rodearse de gente extrovertida, comportarse y actuar como tal. Cada persona, independientemente de su personalidad, puede modificar su conducta y aprender a comportarse en un determinado rango de extroversión y aumentar, acumular o “adquirir” más felicidad: es el síndrome de felicidad adquirida.
Claves para mejorar el síndrome de felicidad adquirida.
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Elegir un estilo de vida saludable.
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Descansar las horas suficientes.
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Trabajar motivado.
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Descubrir el sentido del tiempo de ocio.
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Saber disfrutar con los pequeños placeres del día a día.
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Rodearse de gente alegre y jovial.
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Añadir amor, buen humor y risas a la vida.
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Ser optimista.
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Pensar y actuar en positivo.
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Usar el lenguaje de forma elegante.
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Pasar a la extroversión.
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Practicar las técnicas de la risa.
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Y reír, reír, reír, reír, reír…
El libro:
“Medicina y terapia de la risa”
Ramón Mora.
Ed. Desclée de Brouwer.
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