Cuando el individuo no puede acariciar, golpea; cuando no puede amar, hace la guerra.
Desde los conflictos cotidianos a las guerras más destructivas, en gran medida están originados por la “sed de piel”. Feminizar la sociedad consiste en que lo femenino adquiera más protagonismo, especialmente en lo que respecta a la manera de vivir la afectividad. Las sociedades más feminizadas son menos agresivas, más sanas y con menor “sed de piel”.
Las culturas más pacíficas, son a su vez las que tienen una moral sexual flexible, y éstas suelen ser matrilineales, en las que las mujeres tienen un importante papel social, sexual y económico. En las culturas con mayor poder femenino, la infancia está provista de mayor cantidad de afecto físico, lo que hace que las personas adultas sean más pacíficas y relajadas y, en última instancia, más felices. Es posible que desde los conflictos cotidianos a las guerras más destructivas estén originadas en lo que Manuel Lucas denomina “sed de piel”.
¿En qué consiste exactamente la “sed de piel”?
La piel humana es la piel más sensible de todos los mamíferos, porque es la que mayor cantidad y variedad de corpúsculos sensitivos tiene. En tan solo 2,5 cm2 de piel humana, hay 1300 células nerviosas. Cada una de las yemas de los dedos, tiene unos 100 receptores nerviosos. El hecho de tener la piel más sensible significa que durante la evolución del ser humano hubo un largo periodo durante el cual el contacto piel a piel fue intenso y cotidiano. Y esto está en total sintonía con una intensa vinculación afectiva, con una sexualidad más allá de lo meramente procreativo, con una fuerte necesidad de intimidad y con una respuesta sexual independiente de los períodos de celo.
¿Cuál es el origen de las relaciones de dependencia y posesivas y los celos, habituales en las relaciones de pareja?
Los celos y el complejo de Edipo -consecuencia de estos celos sobre el padre que no ha establecido una conveniente comunicación con el hijo- son un producto más de culturas represivas y bloqueadoras del proceso de vinculación afectiva. Cuando, de forma continuada, la sed de piel no se satisface, la adaptación a la independencia será difícil, produciéndose en muchas ocasiones conductas regresivas, como el descontrol de esfínteres, succión del pulgar, e intentos de llamar la atención (problemas de sueño, terrores nocturnos, lloros, rabietas, etc.). A largo plazo, los efectos secundarios serán ante todo de incapacidades personales para la comunicación, con dependencia de las figuras de apego y celotipias acusadas en las relaciones.
¿Qué puede hacer una madre, en su relación con el bebé, para atenuar o evitar esta tendencia al control y la posesión, en las relaciones adultas?
Es importante que el número de figuras de apego que rodean al niño sea mayor que las que suelen proporcionarle nuestros hábitos culturales, para la disminución o desaparición de estos problemas. Será mucho más fácil compartir una figura de apego cuando se tienen varias con quien satisfacer su sed de piel, que compartir la única que existe. A partir del primer año, el niño comienza a independizarse paulatinamente de las figuras de apego, enfrentándose a una mayor permisividad, con el aumento de las normas y los castigos a las infracciones de estas. El tipo de relación que el individuo tenderá a establecer, dependerá mucho de las improntas recibidas durante este primer año.
¿Cómo deberíamos tratar a una criatura en sus primeros meses de vida para favorecer que sea una persona adulta independiente y segura? ¿Cómo tratarla en sus primeros años?
Satisfacer su sed de piel y que sean varias figuras de apego quienes lo hagan.
¿Debe ser igual la relación física de la madre con la hija y el hijo?
Prácticamente igual, sobre todo los primeros años.
¿A partir de qué edad pueden existir riesgos en la relación amorosa y de contacto físico de la madre con el hijo, que le pueda perjudicar como adulto?
Los riesgos son sobre todo cuando el contacto físico es nulo o escaso. Lo demás no tiene riesgos. Lógicamente, la relación genital es otra cuestión. Sobre todo por las connotaciones que eso tiene en nuestra cultura, y por el daño que eso puede causar, psicológico y físico (por la inmadurez fisiológica).
¿Y en su relación con la hija?
Exactamente igual.
Qué significa exactamente que “para sublimar, primero ha de quedar satisfecha la sed de piel”?
Esa es mi aportación al debate sexual psicoanalítico. Sublimar la sexualidad, sin haber satisfecho la sed de piel que todos y todas tenemos, desde que nacemos hasta que morimos, sería un fraude a nuestra propia naturaleza, y no contribuiría precisamente, a construir una sociedad madura y equilibrada.
Existen diferencias básicas en las relaciones sexuales (y emocionales) entre las sociedades matrilineales y patriarcales?
En las sociedades matrilineales, la sexualidad suele ser menos genitalizada, y la moral sexual mucho más relajada, que en las sociedades patriarcales.
Una sociedad con reglas morales más relajadas (también sexuales), ¿suele ser más pacífica y feliz?
Durante 18 años de mi vida he estudiado a 66 culturas, de las cuales, a dos las estudié sobre el terreno, en un estudio de campo en la Micronesia. Y el resultado es que las culturas más pacíficas, son a su vez las que tienen moral sexual flexible, y en las que las mujeres tienen un importante papel social, sexual y económico. Y al contrario.
De qué manera se relaciona la sexualidad (o la sed de piel) con las conductas violentas?
Aparte de mi estudio que relaciona la sexualidad reprimida con el aumento de la agresividad, casi al 100%, de las 66 culturas estudiadas, en 36 de 49 culturas estudiadas por James W. Prescott, un alto grado de afecto hacia los niños estuvo asociado con un bajo grado de violencia física entre adultos, y viceversa. Las sociedades que proveen a sus infantes una gran cantidad de afecto físico ("cuidado amoroso y tierno") se caracterizan posteriormente con adultos relativamente no violentos. Cuando las 13 excepciones fueron investigadas, se encontró que la violencia de todas estas culturas excepto una (la de la tribu Jívaro de Sudamérica) pudieron ser explicadas por la abstención de comportamiento sexual antes del matrimonio.
O sea, que la represión sexual podía inducir a la violencia. Pero la población jívara no practica la abstinencia sexual antes del matrimonio. ¿Cómo se explica en este caso la violencia?
Para el antropólogo Michael Harner, los Jívaro tienen una "creencia profundamente arraigada de que matar a alguien los conduce a la adquisición de esas almas que les provee de un poder sobrenatural, que a su vez, les confiere inmunidad contra la muerte", lo cual puede explicar esta excepción.
No todo el mundo tiene las mismas preferencias (en cuanto a la forma, cantidad o intensidad en las relaciones sexuales). ¿En qué consistiría una vida sexual sana?
Exactamente eso, dejarse llevar por las preferencias, siempre que no sean dañinas para otras personas.
¿Es posible dejar de experimentar los celos y traumas diversos de la infancia (ligados a la sexualidad o no) que son inherentes a nuestra cultura, aun estando inmersos en esta cultura?
Es difícil, porque nadie puede escaparse fácilmente de una influencia cultural que le rodea y le empapa. Pero sí se puede mejorar.
Entrar en un mundo global y, por tanto, con más información sobre otras formas de relaciones y conductas, ¿puede hacer nuestra mente más abierta, reducir padecimientos y actitudes negativas que consideramos “propios de la naturaleza humana” y, en suma, hacernos más felices?
Entrar en un mundo global da más capacidad para comunicarse y para obtener información pero, como todo, depende en qué sentido se use esta oportunidad. Pude ser muy beneficioso o todo lo contrario.
¿A qué se debe que las culturas aisladas por el ecosistema suelan ser más sanas, más pacíficas y más abiertas en su moral y sexualidad? ¿Podemos decir, por tanto, más felices?
Fundamentalmente, porque al no tener potenciales enemigos alrededor, no han de generar agresividad, y pueden ocupar su tiempo en satisfacer su sed de piel. Y sí, podemos decir que son más felices.
En lo que se autodenomina “el mundo libre” (el mundo occidental), usted dice que nuestra cultura es reprimida y agresiva. ¿De qué manera es reprimida?
La sexofobia cultural actúa social e individualmente: Socialmente, impidiendo desde fuera, por medio de códigos legales y morales, la libre satisfacción del instinto de comunicación y pasando factura legal o social al individuo que intente violar estos códigos. Aunque a partir de los 60 hubo desde el punto de vista legal y también social una mayor permisividad, hoy, en los comienzos del siglo XXI, en Estados Unidos, la ya finalizada administración Bush ha dejado una herencia en la que el puritanismo ha vuelto a cerrar filas a todos los niveles, hasta el punto que en algunos estados se han desempolvado leyes rigurosísimas con todas las formas de relación sexual que potencialmente no son procreativas (homosexuales, relaciones orogenitales, etc.), y que aunque nunca habían sido derogadas, llevaban años sin vigencia práctica, por estar absolutamente desfasadas. Esta nueva ola sexofóbica que nos invade fue reforzada por un poderoso aliado: el sida. Al final del siglo XX, igual que al final del siglo XIX, el higienismo volvió a hacer furor con el argumento de esta enfermedad emergente. Y la Iglesia no ha cedido ni un ápice en sus posturas prohibitivas y procreativistas con respecto a la sexualidad, pese a las variaciones introducidas en su día por el Concilio Vaticano II, que no han modificado para nada las actitudes oficiales de sus jerarquías. Todo lo contrario. Tanto el papa Juan Pablo II como su sucesor Benedicto XVI, han pulverizado cualquier espíritu de tolerancia o de aperturismo.
¿Cómo le afecta esta represión a las conductas (a la agresividad)?
Sólo tenemos que mirar a nuestro alrededor. Ver las noticias. Observar el comportamiento de la gente en la calle, en los estadios de fútbol, etc. La violencia contra las mujeres. Es tan evidente y palpable, que no es necesario explicarlo mucho más.
¿En qué consiste “feminizar la sociedad”?
En que lo femenino adquiera un mayor protagonismo en todos los aspectos, pero sobre todo a todo lo que afecte al poder.
¿Cuál es el papel de las mujeres en una sociedad más feminizada?
Llevar lo femenino a todas las estructuras de poder, a las relaciones interpersonales y a las relaciones sexuales. No caer en la tentación de imitar el modelo masculino, a pesar de la dificultad para desenvolverse en la selva que hemos construido los hombres en las estructuras de poder. Esa dificultad será cada vez menor si es mayor es el número de mujeres incorporadas a estas estructuras.
¿Cuál es el papel de los hombres en una sociedad más feminizada?
Los hombres en nuestra cultura, y también en otras de las que he estudiado, tenemos una imposición adicional que nos obliga a cumplir un patrón que erróneamente se equipara a la masculinidad y que se concreta en más rigidez gestual, menor expresividad de los sentimientos, más dureza relacional, mayor demostración de poder y de fuerza, actitudes homofóbicas y un excesivo protagonismo falocrático en las relaciones sexuales, que van mucho más allá de nuestra esencia y de lo que realmente somos. Nos dicen: ¡Sé un hombre! desde pequeños. Y eso supone ajustarse a ese patrón cultural y a un sobreesfuerzo absurdo. Ese sobreesfuerzo es lo que nos sobra, para ser lo realmente que somos. Eso es para mí feminizar el futuro, desde lo masculino. Deshacernos de ese sobreesfuerzo. Deconstruir la actual normalidad masculina.
¿Será ésta una sociedad más equilibrada, pacífica, considerada (con las demás) y feliz?
Es necesario que el ser humano comience a aprender una lección después de siglos de experiencia de posturas fanáticas, de movimientos "liberadores" y "salvadores" de la humanidad frustrados, de ideologías detentadoras de la "verdad", de líderes megalómanos, de cruzadas político-religiosas, de inquisiciones, y de morales "normalizadoras", que tantos y tantos sufrimientos han supuesto para la humanidad. Quizás sea mayor cada vez el convencimiento de que no hay formulas mágicas para arreglar el mundo. Que las soluciones "ideales" a los problemas, pueden servir para algunos, o para muchos, pero no para todos. Que establecer unos criterios de "normalidad" choca con problemas inextricables, que atañen a la moral, la filosofía y la psicología, y que en la gran mayoría de los casos, sólo sirven para generar una marginalidad patologizada o estigmatizada injustamente. Que el ser humano es por tanto más libre si son menos las normalidades a las que ha de ajustarse y someterse.
Haz el amor y no la guerra.
Cuando el individuo no puede acariciar, golpea; cuando no puede hacer el amor, viola; cuando se siente rechazado y no puede comunicarse con los demás, agrede; en suma, cuando no puede amar, hace la guerra.
En las culturas de África y Asia predomina el importante papel social de las mujeres y diferentes tipos de moral sexual relajada y actitudes pacíficas. Hay que destacar el pueblo Na de China como el paradigma del matriarcado y como el exponente de los máximos niveles e el grado de salud sexual.
¿Cómo son las culturas más desconocidas?
Manuel Lucas ha realizado un extenso y minucioso estudio de 66 culturas indígenas en el mundo, llegando a algunas conclusiones como que las culturas aisladas por el ecosistema sueles ser de predominio femenino, de mayor libertad personal y social en casi todos los aspectos, también en el sexual, mucho más creativas, amables, hospitalarias y pacíficas.
Nueva Guinea. Las 19 culturas analizadas suelen estar dominadas por los hombres y su actitud hacia las mujeres es muy negativa. Muchas son poligámicas y patrilineales. Segregación de niños y niñas en la infancia y pubertad; fuertes restricciones prematrimoniales y extramatrimoniales. Alta agresividad, guerras tribales frecuentes y muchos son cortadores de cabezas. Actitudes agresivas, bailes de saltos, músicas de tam-tan, rechazo de los extranjeros y guerras continuas.
Milanesia, Polinesia y Micronesia. Las 29 culturas analizadas tienen una presencia importante de lo femenino en todos los aspectos; muchas son matrilineales. Muy poco frecuente la separación de niños y niñas en la infancia y pubertad, y suelen realizar juegos sexuales sin ser reprimidos. Relaciones prematrimoniales y extramatrimoniales permitidas o poco castigadas. No hay abstinencia sexual; la actividad sexual no se centra en el coito, con lo que se evita muchos embarazos. Grado de agresividad muy bajo, con alta expresión artística y creativa en la música y los atuendos. Músicas suaves y dulces, bailes de pelvis y caderas. No existe el maltrato ni las agresiones sexuales. Sociedades hospitalarias y pacíficas.
América del Norte. De las 8 sociedades estudiadas, las tribus aisladas (hopis, ingalik, esquimales cooper) tienen una presencia importante de lo femenino desde el punto de vista social, económico y sexual. Poco frecuente la segregación de sexos en la infancia y pubertad. Niños y niñas realizan juegos sexuales sin ser reprimidos. Relaciones prematrimoniales y extramatrimoniales permitidas. Entre los esquimales se practica la hospitalidad sexual. El incesto no está permitido. Grado de agresividad muy bajo.
Por el contrario, los indios americanos de las llanuras, en competitividad territorial (comanches, cheyennes, crow y pies negros) y con continuos enfrentamientos, el papel de la mujer es secundario y la sexualidad muy reprimida.
El autor.
Manuel Lucas es especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Coordinador del Máster Oficial en Sexología de la Universidad de Almería. Autor de varios libros sobre sexualidad, entre ellos el manual Médico de Terapia Sexual y la Introducción a la Sexología Clínica. Ha realizado un estudio de campo de antropología sexual en las Islas Carolinas de la Micronesia.
El libro.
Sed de piel.
Editorial Psimática.
333 páginas.
Aprender a ser salvajes.
Carl Safina.
Galaxia Gutemberg.
La cultura también es una forma de herencia, no exclusivamente humana. Examinamos tres culturas de animales denominados salvajes.
Sed de piel. ¿feminizar el futuro?
Manuel Lucas Matheu.
Psimatica.
Una investigación transcultural sobre 66 grupos, incluidos dos estudios de campo en las islas de la Micronesia. Una propuesta alternativa a una cultura demasiado reprimida, agresiva y con exceso de testosterona, y a una sexualidad genitalizada, falocrática, ansiogenizante, marginadora y reduccionista.
Las brujas no se quejan.
Jean Shinoda Bolen.
Kairós.
Las ancianas sabias son atrevidas y confían en sus propios instintos. No imploran. Meditan. Eligen su camino con el corazón. Dicen la verdad con compasión. Escuchan su cuerpo, se reinventan a sí mismas y saborean la parte positiva de sus vidas.
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