Dos días con el doctor Kam Yuen.
Fortalécete, desprograma los viejos hábitos inmovilizadores y resetéate para la salud y la abundancia.
¿Arrastras un gran dolor, físico o emocional? Dos minutos son suficientes para cambiar. Si no tenemos resultados rápidos es que el método no es eficaz. O que no queremos cambiar porque nuestro enemigo sigue ahí. Y nuestro enemigo, advierte, es el miedo.
El doctor Kam Yuen es un combinado explosivo. Una mezcla de formaciones profesionales y aficiones personales que han dado como resultado una propuesta (para la salud física, mental y espiritual), como mínimo, provocadora, polémica y, a juicio de much@s, altamente eficaz. Porque el Dr. Kam Tyuen creen en los milagros o, más concretamente, en las curaciones espontáneas basadas en el mero acto de la comprensión, de la lucidez. Por el mero hecho de comprender en un instante el peso de las creencias erróneas limitadoras que dirigen, bloquean y enferman nuestra vida.
Es ingeniero aeroespacial y doctor en Quiropraxia. Ha trabajado para la NASA. Es maestro de shaolín kung-fu y ha creado su propio método, el método Yuen, basado, según sus propias palabras, en “el arte de vivir”.
Nacido en Hong Kong, en el año 1941, actualmente vive en Los Ángeles, siendo consultor de personajes como Robert de Niro, Steve Wonder, Madonna, Chuck Norris…
Desde crecejoven, hemos asistido a uno de sus seminarios impartido en Barcelona; hemos estado allí y lo hemos probado en primera persona para contártelo.
Y esto es lo que pasó.
Sábado
Nada más llegar al auditorio Axa, donde se realiza el curso de fin de semana con el doctor Kam Yuen, me sorprende la cantidad de gente que ya está haciendo cola desde las 8 de la mañana y nada más entrar quedo gratamente sorprendida del aspecto físico de este hombre de 72 años que parece tener treinta y pocos. Y no solo de su aspecto jovial sino de su presencia, los pies a punto de despegar, de dar una pirueta, los brazos a punto de hacer una llave de kárate o un kata. Es sin duda un hombre fuerte, ágil, seguro de sí mismo y del método que ha ido cultivando en sus años de práctica, como quiropráctico, maestro de shaolín y de sus profundos conocimientos de la medicina energética. A primera vista parece que todo lo que hace sea mágico. ¿Quién tiene dolor, dolor físico, dolor emocional? pregunta. Quién no lo tiene sería la pregunta más adecuada ante un público que ha ido a eso, a conocer cómo desprenderse del malestar, de todo tipo de malestar. Hay un montón de manos levantadas. Y el doctor, en unos minutos, ése es su tiempo, parece resolverlos. Al menos eso es lo que dicen los participantes después de que él los resetee, los reprograme.
Las palabras reprogramar, resetear, reforzar, eficacia y éxito son las que va a pronunciar durante todo el seminario con más frecuencia. No es amigo de la lentitud. Considera que, en nuestra cultura, un cambio inmediato en la salud nos parece un milagro, que pertenece a la magia y que por lo tanto para nosotros eso es sospechoso. Él propone un cambio inmediato, instantáneo ¿Cómo? Muy sencillo, dice, poniendo la información correcta en el lugar adecuado y para eso hay que reprogramar el ordenador interno. Reforzar las debilidades. Detectar la causa del dolor. Dejar de creer en terapias y procesos largos. Lo que cuenta, insiste, es el resultado y un resultado inmediato, dos minutos son suficientes para cambiar. Si no tenemos resultados rápidos es que el método no es eficaz. O que no queremos cambiar porque nuestro enemigo sigue ahí. Y nuestro enemigo, advierte, es el miedo.
Son tiempos rápidos, continúa, de movimiento, y hay que adaptarse a eso, a esa velocidad. Si seguimos su método tendremos más éxito en la vida, más dinero, hay que hacer circular el dinero ya que el estancamiento produce más crisis, más dolor, más miedo.
Mientras lo escucho y tomo notas e intento no juzgar nada ya que no estoy ahí para eso sino para aprender y comprender qué hace, cómo lo hace, y en qué consiste su método, me quedo perpleja al ver cómo resuelve cada una de las incertidumbres del público. Y las respuestas de los participantes ante la eliminación del dolor o de la angustia es una evidencia. ¿Se te ha pasado el dolor? pregunta a los dos minutos de resetear, reprogramar, encontrar el origen de la causa del dolor. Sí, dicen.
A mí me gustaría levantar la mano, comprobar que el dolor que tengo, el temor o lo que sea, lo puede eliminar, que además de oírlo o sentirlo en los otros, lo perciba en mí, pero no me atrevo, no me atrevo a contar mi intimidad delante de un gran público con cámaras por todas partes y con su voz indicando, mira a cámara. Siento el mismo pudor y perplejidad que tengo ante los programas televisivos donde lo íntimo se vuelve público como si eso fuera algo “normal”. Así que me quedo con la duda de experimentarlo en mi propia carne, piel, órganos.
¿Cómo se refuerzan las debilidades, doctor?, preguntan.
Hay que ir a la línea central, a la médula espinal, ahí está la información de todas nuestras experiencias vitales. No importa el grado, dice. Es ahí donde debemos acceder para efectuar la corrección. Hay que cambiar las cosas del pasado para que no se mezclen con el futuro. Hay que tener un nuevo paradigma, una visión más amplia, más integral. El pasado nos destruye, si cambias el pasado cambias el futuro, eso es algo poderoso. Hay que sacar a la mente del cuerpo, mandarla lejos, conseguir eso es conseguir que no nos sabotee.
Lo intento. Sin duda el doctor Yuen lleva años practicando, sin duda su método parte de un minucioso y entregado trabajo, sin embargo ahora proclama la rapidez. ¡Dos minutos son suficientes! Estoy cansado de los procesos largos, no sirven, me aburren, dice. Hay que reforzarse, estar en forma, si los órganos están fuertes, el corazón está fuerte y todo va bien. Propone un ejercicio: tensar todo el cuerpo y relajarlo. Tensar y liberar.
Se levanta una persona del público, explica que sufre de artrosis y pide una solución rápida. Un milagro, dice riendo. ¿En qué trabajas? Estoy en paro, busco empleo pero no sé qué es lo que me gusta hacer, no sé qué es lo que me haría sentirme vivo. El maestro Yuen le invita a que se ponga a su lado. No sé lo que quiero hacer -dice- es una debilidad, pero también lo puede ser el saberlo, cuando lo sabías era un experiencia negativa, ¿es así? Es así, le responde. Le hace reforzar esa debilidad, resetear. ¿Cómo lo hace? No lo sé, lo hace, le habla, le pregunta, le mira fijamente y vuelve a preguntar si se siente mejor, si nota mejoría en la artrosis. Sí, responde. ¿Te sigue preocupando el futuro? No, dice, ahora no.
Parece un milagro, es cierto, un efecto placebo, pero, sea lo que sea, él dice que se siente mejor y vuelve a su sitio sonriente.
Nos propone pensar qué es lo que nos afecta, sentir qué es lo que nos debilita y si eso nos sigue molestando después de borrarlo, de lanzar nuestra mente a un lugar bien lejos, es que seguimos anclados en nuestra percepción, nuestra debilidad. ¡Refuérzate! ¿Notáis un cambio? Pregunta dirigiéndose a todo el público.
El sí es bastante unánime.
Es el pasado, insiste, lo que no nos deja cambiar. Resetea lo negativo y podrás conseguir todo lo que quieras en tu vida. Volver siempre a la línea del centro. La neutralidad es la fuerza. Y la lucha entre lo positivo y lo negativo es un problema, debilita.
Continuamente hay manos alzadas. Quieren que el doctor les elimine el dolor, el miedo, la frustración, y que lo haga en un tiempo récord. Y lo consigue. Resetea la creencia. Estos son los pasos que propone:
1) Borra todo lo que te molesta.
2) Resetea mente, cuerpo y espíritu. Reprograma tu ordenador interno.
3) Refuerza tu energía.
4) Alimenta lo mejorado y grábalo.
Es así como vamos a mejorar, reconociéndolo. No lo olvidéis.
El dolor físico, explica, nunca está donde pensamos, hay que utilizar la visión profunda para obtener la respuesta correcta y entonces conseguiremos difuminar el error, se va el dolor. Esta es la simplicidad del proceso. Y la prosperidad, el éxito, tiene mucha relación con la salud. Mi ciencia es la de resultados inmediatos. Hay que vivir con fuerza. Fortalécete, repite una y otra vez.
Antes de que finalice la sesión de la mañana, el maestro se acerca, nos mira y dice:
No tengo compasión. La compasión puede hacer que la gente enferme, hay que ir al grano, hay que ir a las zonas importantes.
Salgo fuera del auditorio, tenemos unos minutos de descanso. Salgo pensativa, quién no, o quizá hay una gran parte del público que no tiene dudas, que está entregado. Es posible, lo veo en sus caras. Me borro, me reseteo, intento fortalecerme con los ejercicios prácticos que ha propuesto y camino un buen rato. No puedo evitar pensar en que los métodos rápidos provienen de una cultura o forma de vivir muy alejada de la mía, de la nuestra, y que en su cultura de origen, la oriental, al menos en su esencia, no habla de lo inmediato, sino del camino, de la contemplación, la meditación, la calma. Podría compararme con una parte de la naturaleza, con los otros, con algo más afín que un ordenador ¿Sigo escéptica? ¿Se me ha ido el dolor, ya, en dos minutos? Pero éste es su método, no habla de creer sino de comprobarlo. ¿Tengo ese dolor incipiente, existencial? ¿Lo tengo después de haber hecho los ejercicios? Cada vez menos, es cierto, y también es cierto que su ciencia, su método, viene de un trabajo de años, de la observación y práctica de la medicina tradicional, holística, basada no solo en los resultados sino en un largo proceso de aprendizaje. Quiere ir rápido y lo dice: Ya no hay tiempo que perder porque la vida ha cambiado, es rápida, hay que ser, pues, veloces.
Por la tarde
La tarde va a estar dedicada a responder en exclusiva a todas las preguntas. Pide que seamos precisos en la pregunta y en la respuesta. No quiere ni una palabra de más. Insiste: claridad y precisión. ¿Has mejorado? Nada de medias tintas, sí o no.
La psoriasis es una debilidad interna, debilidad de las rodillas; el dolor abdominal proviene de un desamor; el fumar es una debilidad espiritual, hay que poner la energía en la zona cervical. Habéis estado debilitados por no encontrar la verdad, la de cada uno. Pensad más desde el cuerpo, desde la acción. Y la línea del medio es lo que os va a permitir estar fuertes.
Resuelve uno a uno los problemas del público. Si alguien no mejora es porque necesita otra sesión, hay bastantes personas en la sala que se han formado con el método del doctor Kam Yuen. Él no quiere más pacientes, los deriva a sus discípulos.
Una persona del público pregunta si su método tiene un efecto placebo. El doctor Yuen sonríe y responde: eso no es un método. E inmediatamente señala a otra persona que espera ser atendida. La forma que tiene de afrontar todos y cada uno de los problemas no difiere demasiado, hay matices, consejos distintos, habla del karma, de cargas familiares presentes o pasadas, de otras generaciones, pero en general sigue la misma línea: Mejora. Fortalécete. Cambia tu percepción.
Domingo
El doctor Man Yuen está durante todo el curso acompañado de una discípula suya, su mano derecha, ella nos cuenta cómo logró curarse de una enfermedad grave, desahuciada por la medicina alopática. No he entendido el nombre de la patología debido a un fallo en los auriculares, mis compañeros de al lado, tampoco, ¡lástima! ella insiste en la gravedad y en cómo en pocas sesiones el doctor consiguió que estuviera en forma. Nos invita a levantarnos, a hacer unos ejercicios de reactivación y de respiración a partir de juntar las manos en puño, llevarlas al vientre y desde ahí expulsar el aire y estirar los brazos con fuerza, varias veces, con rapidez, con agilidad, y cada vez con más fuerza.
¿Notáis la diferencia? Pregunta
Su método parte de la premisa de que nuestro origen es energético y es ahí donde se resuelven, en gran medida, los conflictos. Y solo ahí es posible detectar la debilidad que nos afecta. Es mejor no hablar de los problemas sino reforzar esa debilidad. Estar claro ante la verdad del conflicto, si estás confundido no lo puedes resolver. Insiste en las pautas que ya dio el sábado. Las repite:
a) No emoción
b) Borrar
c) Resetear. Reprogramar el ordenador interno.
d) Reforzar la mente, el cuerpo y el espíritu.
Hacedlo y veréis cómo cambia todo. Lo importante son los resultados. La clave es la velocidad, borrar con rapidez. Y continúa:
a) No preocuparse
b) No frustrarse
c) No lamentarse
d) No ser rígido
e) Poner la mente a cero.
¡¿Cómo?!
Con la intención.
La duda nos debilita. Y los hábitos que nos debilitan fortalecen una parte de nosotros que al final conseguimos que sean “nuestro hábito”. Hay que practicar, somos alta tecnología, dice riendo, ir siempre a la línea del medio. Recordar que el cuerpo sabe cambiar. Hay que ser resolutivos. No dudar, no titubear.
A este hombre que dice ser ya viejo -lo dice riendo- no le gustan los términos medios, no le gusta oír que alguien está un poco mejor. Dice: nadie puede estar un poco embarazada, ¿no? O estás o no estás.
Y antes de finalizar el día, frente al numeroso público que asiste tomando notas, preguntando, alzando la mano, entregado y fascinado, antes de acabar, pregunta: ¿Quién quiere ser rico? ¿Quién quiere tener éxito? ¿Quién quiere ser próspero? Se ven una infinidad de brazos en alto. Se ríe y propone: Decid conmigo bien fuerte: ¡Quiero tener mucho dinero, quiero tener mucho éxito, quiero ser próspero!
No puedo evitarlo, ante esta explosión de deseo unánime de prosperidad, me quedo aturdida, no porque no necesite dinero o éxito o prosperidad sino por el mismo pudor que me produce mostrar mi intimidad ante un auditorio que no conozco, que me graba, y ante esta forma tan dirigida, ante mi interpretación, juicio o lo que sea de juntarme en masa a decir esas palabras que en este momento no me salen. No soy la única que se ha quedado en la silla, y tomo nota y pienso que aún así no me saco los prejuicios del todo, que tengo un fondo de reserva y que de momento voy a respetarlo.
Sin embargo, aparte de este final tan “espectacular”, lo demás es impactante. ¿Mejora realmente la gente en tan poco tiempo, en dos minutos? Parece que sí, eso es lo que dicen. ¿Lo creo? La palabra creer, dice el maestro, no sirve, hay que practicar la acción, cambiar las dinámicas internas, eso es lo que nos debilita y una vez más, repite: Volved a la línea del medio. El diagnóstico de lo que nos sucede no importa porque no ayuda, no resuelve, y no resuelve porque es una mala interpretación del problema.
Para ser libre, dice para finalizar, tienes que liberarte de la debilidad. Él ya ha explicado cómo. ¿Quieres hacerlo? Pues no hay otra que ponerse a seguir los pasos que propone, su método es este: Cambia. Fortalécete. Mejora. Siempre hay un espacio en ti para mejorar.
Texto: Esmeralda Berbel
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