Detoxifica tu vida.
Tu vida no es sólo lo que comes, lo que bebes y lo que respiras; tu vida es mucho más, y en todos los casos siempre puede ser una fuente de nutrientes o bien una fuente de toxinas. Toma nota de los agentes que envenenan tu vida.
Ruido.
Tu vida es también lo que escuchas, por ejemplo. Sonidos armónicos que resultan inspiradores y placenteros, o bien rítmicos que estimulan tu vitalidad. Pero también pueden ser perturbadores, estresantes y generadores de ansiedad.
¿Demasiado ruido a tu alrededor? Busca maneras de reducirlos, si no eliminarlos (paredes insonorizadas, reorganizar la casa buscando las zonas más silenciosas). En cualquier caso, busca periódicamente momentos o incluso días enteros de silencio, al igual que utilizas las dietas de ayuno o semiayuno como desintoxicación digestiva.
Si en tu casa viven más de dos personas, procura que no suene el televisor, la radio y el tocadiscos al mismo tiempo, y mucho menos mientras tiene lugar conversaciones entre los miembros de la casa. Organiza cierta privacidad.
Utiliza el teléfono móvil lo menos que puedas. Aparte del sonido cercano directo y de las interferencias constantes en tu vida cotidiana (mientras comes, conversas, paseas, lees o ves tu programa favorito en la televisión, siempre se cuela sin permiso y sin haber sido invitado), parece ser responsable directo de ciertos tumores cerebrales. Desconéctalo más a menudo y en su lugar haz un mayor y mejor uso del contestador automático para proteger tu tiempo privado y tu intimidad.
Tóxicos en el hogar.
Los ordenadores tienden a producir una concentración de electricidad estática que atrae partículas de polvo. Cubre la pantalla de tu ordenador con un filtro y procura vestirte con fibras naturales, que apenas atraen y conducen la electricidad, como sí ocurre con las fibras sintéticas.
Evita en lo posible las fibras sintéticas en tu ropa y en tu casa, así como los productos de limpieza (detergentes, lavavajillas, lejías, ambientadores aerosoles, etc.) excesivamente corrosivos. Utiliza siempre que puedas productos ecológicos, sin productos químicos que añaden toxinas adicionales a la atmósfera.
Una planta cerca del ordenador y de otros aparatos eléctricos te hace el generoso favor de absorber parte de las radiaciones. En especial el aloe vera resulta una planta fuerte y resistente (que además puedes utilizar en casos de urgencia, primeros auxilios e incluso tratamientos continuados, en casos de quemaduras, inflamaciones, hongos, etc.).
Otros beneficios de las plantas son su capacidad de absorber las ondas sonoras y de humidificar el aire, creando un ambiente más fresco. Además, favorecen un entorno más limpio y oxigenado, ya que absorben el anhídrido carbónico del aire y lo devuelven transformado en oxígeno.
Orden fuera/orden dentro.
Un aire cargado embota tu mente mientras que un ambiente oxigenado, ordenado y limpio te ayuda a percibir las cosas con más claridad. Pon orden en tu casa, y muy especialmente en los lugares donde pasas más tiempo y en tu sitio de trabajo. Yo le pido a mi hija que ponga orden en su mesa de trabajo cada noche antes de irse a dormir. Si te parece demasiado pedir, márcate un límite de una vez por semana para restablecer el orden en tu casa.
El cuarto de baño, el botiquín y el armario de la ropa tienden a ser rincones de acumulación y fechas de caducidad pasadas. Deshazte de las cremas pasadas de fecha, así como de los restos de jarabes o analgésicos que ya no necesitas. Saca fuera del armario la ropa que ya te queda demasiado pequeña o demasiado grande, todo aquello que consideras pasado de moda o que ya no te gusta y no cuadra con tu imagen actual. Lo mismo con una buena parte de los libros que ya nunca vas a releer, y con los juguetes que ya no entretienen a tus hijos. Busca centros que puedan reciclar lo que tú ya no necesitas. Al mismo tiempo que vacías, limpias y detoxificas tu ambiente, mantendrás vivo el propósito de todas esas cosas que aún son utilizables y generadoras de ilusión en otras personas.
Tu vida es una esponja de nutrientes y también de toxinas.
Acaba lo que empiezas (para que no queden en tu mente los residuos de las cosas pendientes, que tanto pesan sobre el estado de ánimo) y pasa a otra cosa. La sensación de misión cumplida resulta tremendamente liberadora. Pon orden en tu vida, en tu agenda, en tus pensamientos, en tus emociones y también en tus palabras.
Oxigena tu vida de todas las maneras posibles y elimina todo lo que consideres que la envenena (pensamientos tóxicos, amistades negativas que te dejan sin energía). Tu vida puede ser una esponja de nutrientes y también de toxinas. Sé consciente de los efectos de todos aquellos elementos que forman parte de ella e intenta realizar una selección sensata que incida en una vida más sana y feliz.
Texto: Marié Morales.