¡Toxinas fuera!
Hasta hace muy poco el concepto "detoxificación" no existía en nuestra medicina, aunque se sabe que siglos atrás, e incluso milenios, significaba una parte importante no sólo en el tratamiento para la curación de enfermedades sino en la prevención misma.
Por otra parte, las medicinas tradicionales en China o la India -por poner unos ejemplos- siempre han prestado una atención especial a este concepto de limpieza interior. Por una parte, se han utilizado las hierbas para mejorar la calidad de la sangre; por otra, el ayurveda (la "ciencia de la vida") diseña tratamientos especiales para expulsar un exceso de "ama", antigua terminología que hoy vendría a significar una mezcla de toxinas, residuos y venenos -que la sangre transporta a todos los órganos de nuestro cuerpo.
En la actualidad se ha vuelto la mirada de nuevo a este concepto, considerándolo de suma importancia, ya que se basa en la idea de que muchas enfermedades están asociadas con un elevado nivel de impurezas en la circulación sanguínea.
Para comprender la importancia del estado sanguíneo y de sus consecuencias en la salud y bienestar del organismo, es preciso recordar la función que ejerce la sangre en nuestra fisiología.
Sangre limpia, nutrición sana para el organismo.
La sangre no sólo aporta oxígeno a las células (a todas y cada una de los 60 billones de células que componen nuestro cuerpo), sino que además transporta nutrientes, hormonas y residuos. Esta función de vital importancia a veces se hace difícil o tiene efectos no deseados, debido a la excesiva acumulación de bacterias y residuos tóxicos que resultan de la degeneración celular aguda o crónica.
El centro neurálgico de esta función de detoxificación lo conforma el hígado, uno de los órganos más grandes en nuestro cuerpo, un auténtico motor metabólico que realiza más de 500 funciones (identificadas de momento) en nuestro organismo.
El hígado: limpieza profunda.
El hígado produce sustancias como la bilis, un fluido formado de varios constituyentes y proteínas como la albúmina y el protrombín. Almacena lípidos como los triglicéridos y regula el aporte de energía del cuerpo produciendo glicógeno (glucosa almacenada) a partir de los aminoácidos y lípidos, a través de un complejo proceso catalizado por una serie de enzimas. Pero sobre todo, el hígado actúa como un recipiente para la basura contenida en la sangre, eliminando las hormonas no deseadas, productos químicos y toxinas. Esta detoxificación es llevada a cabo también por medio de varias enzimas que catalizan la transformación y eliminación de estas sustancias dañinas para nuestro organismo.
Malos tiempos para una sangre limpia.
Actualmente nuestro hígado lo tiene un poco durillo para cumplir su función, y es que las condiciones no se lo ponen muy fácil -todo lo contrario. Los altos niveles de contaminación que nos envuelven hacen que desde el mismo aire que respiramos constituya oleadas de basura de las que nuestro organismo tendrá que desembarazarse, de una manera o de otra, para sobrevivir. Por otra parte, nuestra alimentación se ve crecientemente constituida por todo tipo de aditivos (conservantes, saborizantes, colorantes, estabilizantes...) y demasiadas drogas químicas que resultan extrañas a nuestro cuerpo. A menudo alcanzamos los límites de la capacidad de nuestro hígado para manejar esas altas cargas de toxinas y cumplir su función depuradora. Ya sea por la mala condición de un hígado enfermo, o por sus excelente condición,, pero incapaz de afrontar las enormes cantidades de venenos que introducimos en nuestro organismo, el resultado es el mismo: saturación tóxica y consecuencias no deseadas para nuestra salud. Una eliminación no completa o imperfecta de estos crecientes aportes de venenos conduce inevitablemente a peligrosos niveles de toxinas en nuestra circulación sanguínea.
Como decíamos más arriba, una insuficiente eliminación y acumulación de toxinas puede causar un extenso abanico de problemas, incluyendo las disfunciones propias del hígado.
La ciencia de la herboristería tradicional encuentra en la naturaleza elementos de acción antioxidante, (protegiendo activamente las células del hígado contra el deterioro), fortalecimiento de las funciones inmunológicas y lucha contra los virus y bacterias, entre otras.
Hierbas para la detoxificación.
El proceso de detoxificación abarca a todo lo que se pueda hacer para prevenir o aliviar la carga de toxinas, para el mejor funcionamiento del hígado. Esto se puede hacer básicamente de dos maneras:
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Acción directa de limpieza de toxinas en la sabgre, de manera que el hígado se enfrente a menos trabajo.
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Apoyo a las funciones del hígado para operar a un nivel más alto de eficiencia, de manera que pueda afrontar y manejar excesivas cargas de residuos y toxinas.
Una óptima detoxificación se obtiene a través de una combinación de ambos enfoques, y las hierbas que se han utilizado tradicionalmente para estos menesteres hacen exactamente eso: combinar ambas estrategias.
Aquí tenemos algunas de esas hierbas:
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Boldo (peumus boldus). Es un efectivo antioxidante.
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Achicoria (cichorium intybus). Previene el daño por oxidación en el DNA.
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Arjuna (terminalia arjuna). Baja los niveles de colesterol.
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Turméric (curcuma longa). Contra el colesterol malo.
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Silybum marianum. probablemente la hierba más estudiada, con propiedades protectoras del hígado.
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Picroriza (picrorhiza kurroa). Un tónico efectivo para rebajar las enzimas del hígado.
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Achillea millefolium. Propiedades antiinflamatorias y sedantes.
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Licorice (glycyrrhiza glabra). Efectiva contra la hepatitis B.
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Dandelion (taraxacum officinalis). Promueve la función de la bilis.
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Alcaparra (capparis spinosa). Antiviral y antiinflamatoria.
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Schizandra (scizandra sinensis). Produce una rápida disminución en las enzimas del hígado.
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Phyllantus (phyllantus amarus). Muy efectivo contra la hepatitis B.
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Guduchi (tinospora cordifolia). Inmunomodulador.
Otras hierbas popularmente conocidas y utilizadas por su efecto depurador y detoxificador son: la cola de caballo, el diente de león, el gengibre, el anín, el té dulce de vino (gynostemma pentaphyllum), etc.
Respirar en profundidad (respiraciones completas, abdominales) y hacer ejercicio ayudan también, así y, sobre todo, beber mucha agua.
Recuerda: no basta con limpiarse por fuera, también es de vital importancia limpiarse por dentro.
Texto: Marié Morales.