Los obstáculos como oportunidades de crecimiento.
Las dificultades y conflictos no nos condenan necesariamente a la miseria moral ni son excusas para justificar una vida triste, monótona, destinada a la miseria y la marginación.
En una entrevista reciente le preguntaban al escritor Jorge Semprún sobre su sonrisa y su excelente estado físico y creativo a sus 90 años. "Carezco de aptitudes para ser infeliz", decía. ¿Cómo puede decir eso una persona que ha pasado por la guerra civil española (comunista militante en los tiempos más peligrosos del comunismo) y como maquis en la segunda guerra mundial, que ha conocido en su propia piel las cárceles españolas y los campos de exterminio nazis?
¿La receta, según Semprún? Una buena combinación de memoria y capacidad de olvidar. Y mucha práctica.
Tras una vida culturalmente prolífica, personalmente comprometida y coherente, afronta sus 90 años lleno de proyectos: dirigir su primera película, obras de teatro... La vida continúa, a cualquier edad. Sigue siendo una caja de oportunidades para vivir con intensidad, seguir creciendo, dejar tu huella en otras vidas.
Jorge Semprún no es el único que demuestra con su vida que las dificultades y conflictos no nos condenan necesariamente a la miseria moral ni son excusas para justificar una vida triste, monótona, destinada a la miseria y la marginación. Georges Brassens era un niño difícil, carne de fracaso escolar, hasta que un profesor de bachillerato le descubrió la poesía. Y Brassens supo qué hacer con ella. La diva María Callas pasó su infancia en un centro de acogida de N.Y. Todas estas personas tienen en común su capacidad de descubrir y poner en acción recursos internos que les permiten aprender y crecerse ante los obstáculos, por insuperables que puedan parecer en un momento dado. No son excepciones. Sólo hay que mirar a nuestro alrededor y encontraremos un buen número de personas a las que la vida las ha hecho mejores, más amables y comprensivas, más pacientes, más preparadas para afrontar cualquier situación sin crispación. Y resolverla.
El cambio que te empuja a la adaptación.
El conflicto, u obstáculo, que nos presenta la vida continuamente, actúa como un estresador: un cambio que te empuja a la adaptación. Y eso es siempre doloroso (ya sea física o psicológicamente). Hay que renunciar a viejas posiciones, hacer un esfuerzo de creatividad y dar a luz posiciones nuevas, abordamientos nuevos de la situación, respuestas diferentes. En suma, es un poco convertirse en otra persona con una mirada diferente, una interpretación diferente y acciones diferentes. De alguna manera nacer, una vez más. Y nacer, como parir, siempre es doloroso.
Frederick Leboyer nos enseñó hace ya algunas décadas (en su libro "Por un nacimiento sin violencia") que la primera crisis de adaptación ya se afronta en el seno materno.
"Transcurrida la mitad del embarazo (...) el feto sigue creciendo y desarrollándose, pero el huevo que le contiene porporcionalmente apenas aumenta de tamaño... Poco a poco, subrepticiamente, el universo se estrecha a su alrededor... tanto que la espalda del feto y el útero de la madre quedan como adheridos. Durante algún tiempo el infeliz protesta, lucha, se rebela. Finalmente lo acepta. Qué otra cosa puede hacer. Se doblega, baja la cabeza, se acurruca... se arincona, se hace un ovillo...". Pero se adapta y puede seguir viviendo, y creciendo, y preparándose para un mundo nuevo de mayor autonomía.
La segunda gran crisis se da en el nacimiento mismo. Las contracciones suaves del último mes parecen haber enloquecido. "La dulce ola se hace tempestad". Una fuerza ciega que le oprime, le empuja, le ahoga. Es el fin del mundo, de ese mundo. "Si al menos supiera que cuando más densas son las tinieblas más cerca está la luz". Es el fin de un mundo, sí, pero lo que el bebé todavía no sabe es que está naciendo a otro.
Adaptarse no implica necesariamente crecer.
A partir de entonces, nuestra vida está destinada a afrontar una sucesión ininterrumpida de retos que nos permiten desarrollar aptitudes nuevas, adaptarnos, crecer.
Respirar es un reto, cuando hasta el momento el oxígeno nos llegaba por el cordón umbilical. La sensación física de quemadura en las vías respiratorias nos permite adaptarlas para la vida. Comer es un reto, tragar; afrontar la luz sin cegarnos, interpretar la información de sombras y luces; escuchar, comprender, caminar, alejarnos de mamá, ir a la escuela, comprender que no somos el centro del mundo.
La buena noticia es que el reto, el obstáculo, siempre activa mecanismos internos de adaptación y superación. Y la práctica acaba convirtiendo esos mecanismos internos en parte de nuestra personalidad. Respirar ya no supone un conflicto, o caminar, o movernos por el mundo sin que mamá nos proteja. En la escuela y en el trabajo nos relacionamos sabiendo que las personas que nos rodean son iguales con los mismos derechos y deberes que nos asisten.
Y sin embargo, ello no significa que el que podamos respirar, caminar, hablar y relacionarnos con otras personas garantice absolutamente que lo hagamos de forma conveniente. En la carrera sin títulos de la vida el hecho de que vayamos pasando los cursos, año tras año, no significa necesariamente que vayamos superando las materias debidamente. Sólo depende de que nuestro aprendizaje haya sido beneficioso y útil, y nuestra práctica la correcta, el hecho de que realmente hagamos un buen uso de nuestra respiración, o de nuestros hábitos de nutrición, de cómo caminemos y coloquemos nuestro cuerpo y, por supuesto, de cómo nos relacionemos con las demás personas, con la vida, y con las propias tendencias de nuestra personalidad.
El obstáculo, el reto, el conflicto, siempre activa mecanismos internos. Lo importante, pues, es seleccionar los mecanismos que nos van a resultar beneficiosos, no tan sólo para conseguir nuestros objetivos (superar el conflicto) sino para forjar una personalidad más fuerte y con más recursos en el futuro.
"El cerebro necesita de obstáculos y dificultades para desarrollarse -constata Montserrat Calvo, psicóloga del Instituto RET de Barcelona-. Todo el mundo cuenta con las capacidades, pero no necesariamente con las habilidades para desarrollarlas, porque sin esfuerzo no se desarrolla nada. Y es precisamente cuando no contamos con las habilidades para afrontar el conflicto cuando se puede entrar en depresión, ansiedad u otros estados emocionales negativos que nos dificultan aún más la superación del problema".
Qué hacer entonces. La doctora Calvo opina que "lo más importante, para empezar, es la aceptación de lo que está pasando fuera, y por supuesto de la autoaceptación, con nuestras propias limitaciones y nuestros estados emocionales. La historia que nos cuenta A Beautiful Mind es un perfecto ejemplo de autoaceptación. Seguidamente, es importante recordar ese proverbio chino que dice que no se pule el diamante sin fortamientos ni el ser humano sin padecimientos ".
Habilidades para desarrollar: Consejos prácticos.
Si bien las capacidades están dentro de todo ser humano, aunque sólo sea en potencia, las habilidades dependen de nuestra práctica, y por ello puede ser conveniente plantear estrategias y cierta disciplina.
1. Toma de decisiones.
Elabora una lista donde se recojan todos los pros y los contras. Propuesta: Toma lápiz y papel. Divide la página en cuatro partes iguales (línea vertical en el centro cortada por línea horizontal) y ve sumando en cada parte los pros y los contras de afrontar o evitar el problema.
2. Técnica de solución de problemas.
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Definir objetivamente el problema.
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Brainstorming de soluciones. Anotar una lista en vertical de todas las soluciones que se nos ocurran, por disparatadas y absurdas que nos parezcan en un principio. (Hacerlo a la izquierda de la página).
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Establecer a la derecha de cada solución las consecuencias de ésta.
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Seleccionar las que nos resultan más convenientes.
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Continuar el proceso de selección hasta que demos con la solución más adecuada. (No nos sorprendamos si finalmente optamos por una nueva solución, resultado de la combinación de varias soluciones y consecuencias).
3. Cuestionar las creencias que nos producen sufrimiento y entorpecen el proceso.
Cuestionar las creencias que nos hacen daño puede ayudarnos a desmontar viejas hipótesis que no nos ayudan a superar el conflicto. Nos resultará más fácil si contamos con la práctica de entrenar nuestro cerebro en el viejo método socrático de preguntar y poner en tela de juicio las hipótesis y creencias más enraizadas de influencias negativas. Por ejemplo: ¿qué pruebas tengo de que no soy capaz de afrontar este problema? ¿Acaso no he superado otras situaciones similares anteriormente, o diferentes pero igualmente complicadas? ¿Quién dice que no podré seguir viviendo si mi pareja se va d mi lado? ¿De dónde viene esa "necesidad" de ser aprobada y admirada por la gente que quiero? ¿Acaso no van a amarme y aceptarme igualmente aunque no siempre estén de acerdo conmigo al cien por cien?
4. Hábitos sanos.
Dado que en una situación de conflicto consumimos más energía de la habitual, es conveniente que mantengamos unos hábitos de vida sanos, lo cual nos ayudará, al mismo tiempo, a constatar que seguimos manteniendo cierto control sobre nuestra vida. (Sería un error considerar, en cualquier situación, que podemos exigirnos un control al cien por cien sobre nuestra vida, ni sobre nada, porque no hay posibilidad alguna de que esto sea así). Por lo tanto, es especialmente importante descansar y mantener las horas de sueño que nuestro organismo necesita, una alimentación adecuada (rica en carbohidratos complejos que mantienen la energía durante más tiempo, verduras y frutas y evitando las grasas animales y las comidas pesadas), ejercicio físico moderado, ejercicios de relajación, meditación, etc.
4 . Complementariedad yin/yang .
Nada es completamente blanco o negro. La situación que se nos presenta como maravillosa tiene también su lado menos amable, y viceversa. Cualquier situación, por tremenda que nos pueda parecer en un principio, está llena de puertas y ventanas que conducen a agradables posibilidades. Si tenemos la práctica de relativizar las cosas, observar y aceptar las dos caras de cualquier situación, nos resultará más fácil abrir nuestra mente en los conflictos más difíciles.
5. Solucionar el conflicto con ética y sin perder la perspectiva.
Nos hará flaco favor perder la perspectiva de las consecuencias que nuestra decisión tendrá en nuestro entorno, o bien a medio y largo plazo. Antes o después un egoísmo mal entendido se volverá contra nosotros y no habremos hecho más que postergar o incluso complicar el problema.
6. Explorar el conflicto como reto.
En definitiva, afrontar cualquier obstáculo con una cierta ilusión (en la medida que podamos) y como una oportunidad de aprendizaje en la aventura de nuestra vida, nos permitirá afrontar los problemas desde la libertad y la confianza en nuestras posibilidades. O en cualquier caso, sabemos que el mundo no va a pararse por eso.
Texto: Marié Morales.