Porque desde el momento en que naces empiezas a crecer, y ya no hay quien lo pare.
Y mejor hacerlo con energía y salud que con el agotamiento del desgaste cotidiano -la resignación de la derrota, ese destino final.
Ya sé: hay quien lo cuenta de otra manera. Hay quienes dicen que desde el momento en que naces empiezas a envejecer; y es verdad, pero no es toda la verdad, y desde luego no responde a nuestra filosofía.
El concepto "envejecer" tiene connotaciones de deterioro, y ésa también es parte de la verdad. Desde el primer momento nuestras células comienzan a sentir los efectos del desgaste y el deterioro, y hay quienes opinan que tienen una longitud de vida programada. Pero también es cierto que las células (la unidad básica de los tejidos, por así decirlo) también se regeneran. Y no es menos cierto, asimismo, que ese desgaste inevitable se puede acelerar o frenar, de acuerdo a nuestro modo de vida.
Por otra parte, también es innegable el proceso de crecimiento desde el primer momento de la fecundación. El embrión formado por la unión de un óvulo y un espermatozoide comienza a desarrollarse dentro del útero materno, y el desarrollo-crecimiento continúa luego fuera. Física, fisiológica, anatómicamente, pero también en su sentido más amplio. De descubrimiento-conocimiento del medio, adaptación, asimilación, interacción. Crecemos a los seis meses de vida y a los 10 años, y a los 20, y a los 40, y seguimos creciendo a los 50 y a los 80, y a los 120 cuando, según dicen cada vez más fuentes bien informadas, nos acercamos a la fecha de caducidad a la que el cuerpo humano ha sido programado por la naturaleza -esto es, si el mal uso de la máquina o los accidentes que creamos no han acelerado el argumento de la historia.
Vamos creciendo, vamos conociendo, vamos entrando en nuevos sistemas condicionados de existencia y nos vamos adaptando. En eso consiste crecer. O envejecer, si prefieres.
Si nuestra vida es una parcela de microcosmos que responde a las pautas con que funciona el macrocosmos, nuestra pequeña historia personal no es más que una representación calcada de la historia de la evolución de la vida en el planeta, por no ir más lejos.
Así que nuestro objetivo (nuestra función, nuestra misión, de hecho) es seguir creciendo a cualquier edad. Y crecer jóvenes, jóvenes desde el punto de vista de la salud, física y mental, lo que no deja de ser lo mismo. Crecer con vida, con energía -miembros también de la misma familia de conceptos sinónimos.
Vivir la vida o caer en picado: la opción es tuya.
Si eres de las personas que creen que su vida está programada para la enfermedad -fiel compañera-, envejecer y morir, todo ello en un plazo máximo de 80 años, es muy probable que tu propio concepto de la realidad te condene a la enfermedad (más o menos permanente), el envejecimiento y la muerte, a nuestro juicio prematura.
Si por el contrario te encuentras entre quienes consideran que tu naturaleza está programada para la salud, siempre y cuando se respete un cierto equilibrio (físico y mental, no hay distinción), y proteges cotidianamente ese equilibrio (prestando atención a cómo te alimentas, la calidad del aire que respiras, el nivel de silencio-ruidos que te envuelven, el ejercicio físico que te activa, el pensamiento creativo y positivo que dicta tu actitud y dirige tu vida), es muy probable que tu vida siga desarrollándose joven, sana y llena de energía, hasta que sencillamente las pilas comiencen a agotarse o los ladrillos básicos que forman tus tejidos -las células- empiecen a detectar fallos de resistencia y renovación. Pero hasta entonces puede que hayamos sido testigos de algo más de un siglo de la historia que nos ha tocado vivir. Y lo más importante, que la hayamos vivido con vida, no a medias o en la proporción inversa a nuestra edad. En todo su potencial.
El objetivo, la misión, es no dejar de crecer nunca (no podemos hacer nada por evitarlo, la naturaleza dinámica nos empuja); crecer en el seno de una vida sana y llena de energía. Y eso vale para cualquier edad.
El contenido de estas páginas va a estar lleno de propuestas para mantener, o recuperar, este equilibrio fundamental para la salud. Y en este saco todo cabe. Desde propuestas de tipo nutricional, ejercicios físicos, últimas aportaciones de la medicina (en cualquiera de sus vertientes, desde la medicina alopática más convencional hasta la energía reparadora del yuki/reiki, pasando por la acupuntura, la perspectiva china, la homeopatía o las flores de Bach, por mencionar unas cuantas variantes), aportes psicológicos, filosóficos y hasta espirituales, sin olvidar la historia de la medicina o la pedagogía de la salud a lo largo de los cinco últimos milenios.
Éste es un foro abierto. Abierto a todo tipo de temas concernientes a la salud; abierto a preguntas y consultas (a las que intentaremos encontrar respuesta en las fuentes competentes, en cada caso), pero también y sobre todo abierto a todas las aportaciones posibles desde vuestra experiencia y vuestros conocimientos.
Con ello contamos.
Un cordial saludo de bienvenida y que disfrutéis del viaje.
Marié Morales
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